La Vanguardia (1ª edición)

Chifladura escapista en el Liceu

¿Qué tiene que ver Puccini con el ‘escape room’?

- MARICEL CHAVARRÍA

Al Liceu le pasa como a otras institucio­nes que atesoran un equipamien­to exclusivo: que no puede evitar explotarlo. Al fin y al cabo, acercar el teatro a la ciudadanía –sobre todo, a esa que lo ve como algo solemne y lejano– es uno de sus objetivos misionales. De manera que, más allá de las visitas guiadas o de los actos privados en que las empresas alquilan el espacio, el Gran Teatre se ha sumado a la última tendencia: la chifladura por el escapismo, modernamen­te llamado escape room.

El juego de pistas y enigmas que tanto atrae a la juventud es una ocasión que brinda el teatro para vencer la barrera física con la institució­n. Y quién sabe si les podría arrastrar a continuaci­ón para ver una ópera. De momento, hasta un 92% de las 400 personas que han participad­o del primer escape room titulado Enigma Puccini han optado al descuento que se les ofrece para ver una ópera: 30 euros en zona 3, nada menos. De la mano de la empresa Missionlea­k, el Liceu se ha sumado de lleno a esta iniciativa poco ortodoxa, operística­mente hablando, que enfrenta a dos equipos de hasta ocho personas, en este caso con un fin un poco sideral: encontrar una supuesta última página de la partitura de Turandot que, como es sabido, Puccini dejó inacabada.

No se trata de hallar lógicas ni coincidenc­ias musicales. Se puede participar sin tener idea de música ni conocimien­tos de ópera. Eso sí, la gente que por primera vez irrumpe en la sala aterciopel­ada, en el fragor del escapismo y las prisas por ganar al equipo contrincan­te, puede experiment­ar el llamado mal de Stendhal, emoción ante la belleza. Le pasó a una chica: “Nunca creí que vendría a este teatro”, se ve que dijo casi entre lágrimas.

“Hola, bienvenido­s al Gran Teatre del Liceu. Hoy habéis sido convocados para resolver una serie de pruebas, una misión que os permitirá ser miembros de la Orden de los Trinitario­s. Nos dividiremo­s en dos grupos”, dice uno de los hombres que ataviados con capa y antifaz reciben a los jugadores, que han pagado 18 euros para participar. Quien gane podrá pertenecer durante una década a esa orden imaginaria que supuestame­nte preserva un final original de Turandot para que la gente siga disfrutand­o del que escribió Franco Alfano. Qué cosas. Partiendo de la sala de prensa, las pistas se van ocultando en el Saló dels Miralls, en los pasillos enmoquetad­os, en la antesala del proscenio o en pequeñas salas funcionale­s que ni el público de la ópera ha tenido opción de conocer. Los equipos se lo toman muy en serio, concentrad­os y acelerados. Por el camino se cruzan con encantador­as abuelas que acuden a la visita guiada, o con técnicos que ultiman detalles para un ensayo de escena... Suerte.

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GTL. Descifrand­o pistas en el Saló dels Miralls

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