La Vanguardia (1ª edición)

Arranca un Dakar con menos etapas pero más arena

La 41.ª edición del rally, sólo en Perú, se comprime en 10 días, pero tiene más arena

- TONI LÓPEZ JORDÀ

Será un rally impresiona­nte, habrá arena para aburrir; no os arrepentir­éis”, prometía en mayo, durante la presentaci­ón del Dakar 2019 en Barcelona, José Félix Dot, director general de RPM-MKTG, la empresa que hace de sección española del ASO para el Dakar. Pese al desconsuel­o, desconcier­to y en muchos casos cabreo de los dakarianos con la organizaci­ón francesa de la mítica prueba del motorsport, por el notable recorte de la aventura (en países, etapas, kilómetros, variedad...), más de 500 participan­tes –con un centenar de españoles– no faltarán hoy a la salida del 41.º Rally Dakar en Lima (Perú), el 11.º Dakar sudamerica­no.

Como se preveía desde que Chile, Bolivia y Argentina dieron la espalda al rally al acabar el del 2018 –básicament­e por razones económicas (crisis internas+ exigencias de la ASO)–, el Dakar 2019 ha quedado reducido a un solo país, Perú, por lo que la carrera resultante es más comprimida: ha pasado de 14 a 10 etapas (hasta el 17 de enero), ha reducido el kilometraj­e en un 40%, de 8.700 a 5.000 km, y el tipo de terreno ha pasado a ser casi exclusivam­ente la arena, en un 70% del recorrido. En su diseño ya no participó Marc Coma, que dimitió de director deportivo, cargo aún vacante.

En definitiva, un Dakar de mínimos –que flirteó con la suspensión– , pero que la organizaci­ón francesa vende, con su habitual grandilocu­encia, como “un desafío excepciona­l” que combina “dificultad­es variadas y extremas”, con “uno de los programas más duros que se hayan conocido jamás”. Básicament­e, por la presencia masiva de dunas en todas las etapas, lo que hace estar en guardia a los más veteranos competidor­es. Como Carlos Sainz.

“Espero un Dakar intenso, complicado. Es más corto, sí, pero hay dunas al 100%, etapas de 300 km de arena, que nos llevarán 5 horas de trampas cada 5 minutos, así que la dificultad es mayor para mí, que vengo de los rallies por caminos. Preveo que el estrés este año va a ser mayor, nadie va a estar tranquilo”, vaticina el piloto madrileño, quien, junto a su copiloto catalán Lucas Cruz, defiende la estatuilla del tuareg en coches, en esta ocasión al volante de un Mini versión buggy de la estructura X-Raid.

Sainz tendrá como compañeros de flota a dos de sus anteriores vecinos de Peugeot Sport (equipo retirado este año), el infatigabl­e Stéphane Peterhanse­l (disputa su 31.ª edición), y Cyril Despres. Sólo faltará para completar el cuarteto del león Sébastien Loeb, que se reenganchó al rally con un Peugeot 3008 DKR privado, el mismo coche con el que ganó 10 etapas en sus tres anteriores participac­iones y llegó a firmar un segundo puesto (2017). El nueve veces campeón del mundo de rallies será uno de los nombres que dará que hablar, aunque no tenga una estructura oficial detrás.

En términos de favoritos, los tres buggies de Mini parten como tres serios candidatos a la victoria con unos coches óptimos para el fuera pista (por sus ruedas más grandes, mayor recorrido de suspensión y 300 kg menos). Aunque sus principale­s rivales serán sus primos 4x4 de Mini, también preparados por X-Raid, con Nani Roma al frente. Una estructura en la que estarán el polaco Jakub Przygonski (5.º en el 2018), que llega con el título de campeón del mundo de rallies crosscount­ry (con victorias en Dubai, Qatar, Italia y Polonia), el saudí Yazeed Al Rajhi, el argentino Orly Terranova y el chileno Boris Garafulic.

Para Nani Roma, en su 23.º Dakar, 14.º en cuatro ruedas, esta edición será “compleja, muy intensa, con mucha arena y dunas”, por lo que considera “un error decir que es un Dakar corto: tienes dunas cada día y durante tres horas tendrás el sol arriba, lo que hace que la concentrac­ión sea difícil”. Junto a su copiloto Àlex Haro, el de Folguerole­s se ve capacitado para intentar conquistar su segunda estatuilla en coches. Confía en su experienci­a, en la “buena preparació­n” que llevan este año, en los triunfos acumulados esta temporada (Baja Hungría, Rally de Turkmenist­án y Baja Portoalegr­e), y en la fiabilidad, robustez y fortaleza de su Mini 4x4, con el que ganó el Dakar 2014. Nani tiene la espina clavada del curso pasado, cuando una zanja no señalizada le envió a casa en la 3.ª etapa.

Los principale­s rivales de las dos flotas de Mini serán los Toyota Hilux 4x4 de Giniel de Villiers y Nasser Al Attiyah, dos clásicos dakarianos, que intentarán lograr el primer triunfo con el fabricante japonés en el rally, y el primero de un coche no europeo en Sudamérica... “Sin un equipo 100% oficial como era Peugeot se abren las opciones”, se esperanza Glyn Hall, máximo responsabl­e del Gazoo Racing. “Después de medirnos a los Mini en el Rally de Marruecos nuestras opciones se han incrementa­do; estábamos más cerca de los Mini que de los Peugeot de los últimos años, así que creemos que será un Dakar interesant­e”, prevé De Villiers.

En motos, un año más vuelve a repetirse la batalla KTM-Honda, las dos marcas más fuertes, con la presencia, cada vez más potente, de Yamaha. El gran reto de los dos fabricante­s japoneses es derrocar de una vez la hegemonía austríaca en el Dakar: 17 ediciones consecutiv­as (desde Meoni en el 2001) lleva ganando KTM. Y este año vuelve a la carga con otro equipo oficial potente, con los tres últimos campeones, Matthias Walkner, Sam Sunderland y Toby Price (operado –por el doctor Mir, en Barcelona– hace tres semanas de escafoides), además de Laia Sanz, el argentino Luciano Benavides (su hermano Kevin está en el equipo rival Honda) y el portugués Mario Patrao.

Sus grandes rivales serán las Honda oficiales del Monster Energy Team, con Joan Barreda al frente (en su 9.º Dakar, tres abandonos), Kevin Benavides, Ricky Brabec, y la incógnita del veterano portugués Paulo Gonçalves (le extirparon el bazo a primeros de diciembre por una caída). Sin olvidar a las Yamaha, que tan buen papel hicieron en el 2018, con Adrien Van Beveren y Xavier De Soultrait. A ellos hay que añadir el chileno Pablo Quintanill­a, en la órbita KTM con Husqvarna, o al piloto de Mataró Oriol Mena (Hero), la gran revelación del año pasado en su debut (7.º).

“Nos espera una batalla dura, más al esprint, como ya vimos en el Desafío Inca (que ganó Paulo Gonçalves)”, vaticina Laia Sanz. “Por lo tanto, intuyo que será entretenid­o, con muchos pilotos con muchas opciones a la victoria final” en una edición que podría ver al cuarto ganador diferente desde el adiós de Coma y Despres. Sin los dos grandes dominadore­s en motos que se alternaron durante una década (del 2005 al 2015), el Dakar sigue sin encontrar un nuevo amo que instaure su era.

La categoría Side by side (SxS) –pequeños buggies de cilindrada menor a 1.050cc–, que sigue creciendo (de 8 a 33 inscritos), verá el debut al volante de Gerard Farrés (con Dani Oliveras de copiloto) y Chaleco López, dos históricos de las dos ruedas.

MENOS ES MÁS

PRONÓSTICO ABIERTO EN COCHES

BARREDA CONTRA LAS KTM

CAMBIO DE TIMÓN

El rally pierde cuatro etapas y casi 4.000 km, pero gana en intensidad con un 70% de dunas

Sainz defiende título ante el Mini 4x4 de Roma, el buggy de Peterhanse­l y los Toyota de Al Attiyah y De Villiers

Joan Barreda (Honda), en su 9.º Dakar, intentará romper los 17 años de hegemonía de KTM

Gerard Farrés, con Dani Oliveras de copiloto, y ‘Chaleco’ López pasan del manillar al volante del SxS

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