La Vanguardia (1ª edición)

Rahaf Mohamed al Qunun

FUGITIVA SAUDÍ

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

La joven saudí Rahaf Mohamed al Qunun (18) ha logrado huir de su opresiva familia tras atrinchera­rse en un hotel en el aeropuerto de Bangkok.

Ante la presión internacio­nal, Tailandia no la deportará como pedían las autoridade­s saudíes.

Sin posibilida­d de estudiar o trabajar, víctima de palizas y abusos psicológic­os y con castigos de hasta seis meses de encierro por asuntos tan nimios como un corte de pelo que disgustó a sus allegados. Así era el día a día de Rahaf Mohamed al Qunun, la saudí que, a sus 18 años, vio como única salida escapar a toda costa de esa familia que la maltrataba. Ayer, tras dos días de drama e incertidum­bre en los que incluso se atrincheró en un hotel del aeropuerto de Bangkok para evitar ser deportada, la joven atisbó algo de luz al final de túnel tras ser permitida su permanenci­a en Tailandia.

“Si no quiere irse, no será expulsada en contra de su voluntad”, declaró, para alivio de la muchacha, Surachate Hakparn, el jefe de la policía de este país asiático. “No enviaremos a alguien a la muerte”, recalcó después de que ella misma denunciara que su familia acabaría con su vida si era devuelta tras haber renunciado al islam. Más tarde, este mismo oficial anunció que se le permitía ingresar en el territorio “bajo la protección” del Alto Comisionad­o de los Refugiados de la ONU (Acnur), que dispondrá de cinco a diez días para evaluar su caso y dar con un tercer país que se haga cargo de ella.

El periplo de Al Qunun dio comienzo el pasado sábado. Ese día, la joven se encontraba de viaje en Kuwait con su familia, a la que dio esquinazo huyendo a bordo de un avión gracias a que allí no se requiere la autorizaci­ón de un familiar varón para permitir la salida del país a una mujer.

Su plan, urdido desde que tenía 16 años, era hacer escala en Bangkok (Tailandia) y continuar con su viaje hasta Australia, país del que ya tenía visado y donde pensaba solicitar asilo. Sin embargo, a su llegada al aeropuerto de Suvarnabhu­mi, fue intercepta­da por un funcionari­o saudí, que le arrebató su pasaporte y avisó a los funcionari­os de inmigració­n tailandese­s para que la enviaran de regreso a Kuwait.

Pese a sus protestas, su suerte parecía echada, y estaba previsto que el lunes fuera embarcada en un vuelo de vuelta a su país. Sin embargo, temerosa del castigo que allí le aguardaba, Al Qunun se hizo fuerte a la desesperad­a en la habitación del hotel del aeropuerto donde había pernoctado y se volcó en las redes sociales para suplicar ayuda a la comunidad internacio­nal.

“Mis hermanos, mi familia y la embajada saudí me están esperando en Kuwait. Me matarán. Mi vida corre peligro. Mi familia amenaza con matarme por las cosas más triviales”, señaló en una grabación remitida el domingo a la agencia Reuters. “Necesito un país que me proteja cuanto antes. Necesito asilo”, dijo ayer en otro vídeo colgado en Twitter, donde también pidió a todos los pasajeros que se encontrara­n en ese aeropuerto a que se manifestar­an a su favor.

Su grito de auxilio se hizo rápidament­e eco entre activistas, diplomátic­os y organizaci­ones internacio­nales. “Si se la obliga a regresar a su país, las consecuenc­ias podrían ser dramáticas”, alertó Phil Robertson, de Human Rights Watch, para quien la joven se ha convertido en “un símbolo de resistenci­a”. Políticos como la senadora australian­a Sarah HansonYoun­g también se solidariza­ron y pidieron la emisión de documentos de viaje de emergencia para la joven.

Tras evitar ser embarcada en la aeronave, Al Qunun consiguió reunirse a última hora de ayer con representa­ntes de Acnur. Tras su encuentro, este organismo decidió hacerse cargo de ella y procesar su realojamie­nto en otro país. Esta aparente cooperació­n entre Acnur y las autoridade­s tailandesa­s se sale de la norma en un país que no es signatario de las convencion­es internacio­nales sobre refugiados y que no ofrece protección legal a los solicitant­es de asilo.

Para dar fe del acuerdo, las autoridade­s publicaron varias fotos de la joven abandonand­o su fortín hotelero junto a miembros de Acnur rumbo a “un lugar seguro” –que no fue revelado– y en posesión de su pasaporte. “Hoy ha sido un gran día para la causa de los derechos humanos en el mundo, ya que el tremendo coraje y resistenci­a de Rahaf ha despertado una gran simpatía por su caso en todo el mundo. Esto ha permitido convencer a Tailandia de que hiciera lo correcto”, señaló Robertson.

Tailandia cede a la presión internacio­nal y no deporta a una joven saudí que escapó de su familia

Rahaf Mohamed al Qunun, de 18 años, ha sido puesta bajo protección de las Naciones Unidas

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AFP Coraje. Rahaf al Qunun acompañada por un representa­nte de Acnur y funcionari­os de inmigració­n tailandese­s en elaeropuer­to de Bangkok
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