La Vanguardia (1ª edición)

Los temas del día

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El preocupant­e repunte de los robos con fuerza en domicilios particular­es, y el freno en la retirada de las tropas de EE.UU. instaladas en Siria.

LA retirada de las tropas que Estados Unidos tiene estacionad­as en el norte de Siria no será tan rápida ni tan completa como anunció Donald Trump el 19 de diciembre. La decisión del presidente, apresurada y poco analizada, como muchas de las suyas, no sólo se ha llevado por delante a su secretario de Defensa, que dimitió disconform­e con el anuncio de Trump, sino que el domingo fue matizada por su consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, afirmando que la marcha de los 2.000 soldados estará supeditada a lograr antes un acuerdo con Turquía quedé garantías alas milicias kurdas. El propio Trump se desdecía ayer y tuiteaba que la retirada se hará “de modo prudente y al ritmo adecuado”.

La rama siria del Partido de los Trabajador­es del Kurdistán –milicias que Turquía considera terrorista­s– ha recibido desde el 2011 apoyo material y logístico de EE.UU. para combatir al Estado Islámico. Una rápida retirada de los marines dejaría a esta guerrilla a los pies de los caballos de Turquía. El presidente Erdogan amenazó hace un mes con atacar las posiciones kurdas y con la salida militar de EE.UU. ya se frotaba las manos al ver el camino libre. De ahí que Bolton haya viajado a Ankara para entrevista­rse hoy con Erdogan e intentar obtener del líder turco garantías de que no atacarán a los kurdos cuando marchen los marines. Si EE.UU. se va, los kurdos se verán obligados a acercarse a Rusia y a Siria para protegerse de Turquía, su amenaza más temida, lo que abriría un nuevo escenario.

La ralentizac­ión de la retirada americana satisface también a Israel, pues para el Gobierno de Netanyahu prolongar la presencia militar estadounid­ense contribuye a frenar la cada vez mayor influencia de Irán en la zona. No se olvide que el régimen de Teherán, junto con Rusia, es el principal aliado del presidente sirio El Asad.

El impulsivo anuncio de Trump, ahora matizado, ha inflamado la región y obligado a los asesores del presidente y al Departamen­to de Defensa a replantear la estrategia admitiendo que la retirada debe hacerse más despacio y con un acuerdo previo sobre las condicione­s de esta. La realidad es muy tozuda, y la geopolític­a no permite que EE.UU. desaparezc­a de la zona. Siria, los kurdos, Rusia, Irán, Israel y Turquía han participad­o en los casi ocho años de conflicto sirio, luchando cada uno en su propia guerra y por sus propios intereses y razones. Ahora esos enfrentami­entos se han trasladado a la zona que EE.UU. piensa abandonar, provocando nuevas tensiones y nuevos escenarios también potencialm­ente bélicos.

Ante los vaivenes de Trump las dos preguntas clave son: ¿cuáles son sus objetivos estratégic­os en la región?, ¿cuáles son los intereses perdurable­s de EE.UU. en la zona? No descarten que ni Trump sepa la respuesta.

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