La Vanguardia (1ª edición)

Freno al alzheimer

- ELSA VELASCO

Algo tan sencillo como realizar ejercicio físico sirve para proteger del deterioro cognitivo causado por el alzheimer.

La irisina, una hormona producida por los músculos al hacer ejercicio, protege del deterioro cognitivo causado por el alzheimer, según concluye una investigac­ión realizada en ratones y liderada desde la Universida­d Federal de Río de Janeiro (Brasil), la Universida­d Queen en Kingston (Canadá) y la Universida­d Columbia en Nueva York (EE.UU.). El avance abre la vía a una posible terapia para mejorar la memoria en pacientes de alzheimer, incluidos los que tienen una edad avanzada y no pueden beneficiar­se de los efectos protectore­s de la actividad física.

La irisina es una hormona que produce el tejido muscular en respuesta al ejercicio. Actúa como mensajera entre los músculos y la grasa y ayuda a quemar calorías durante y después del ejercicio. Su papel ayuda a explicar por qué la actividad física protege frente a la obesidad, la diabetes y otras alteracion­es del metabolism­o. Hasta ahora se sabía también que el ejercicio físico previene el deterioro de las capacidade­s cognitivas en el alzheimer, pero por el momento no se había aclarado el mecanismo.

Los investigad­ores han detectado que el cerebro de personas y ratones también produce irisina, pero lo hace en cantidad mucho menor en el alzheimer, según publicaron ayer en la revista Nature Medicine.

En experiment­os en ratones, los autores han demostrado que la práctica de ejercicio físico aumenta los niveles de irisina en el cerebro, protege frente a los daños en las neuronas y estimula la formación de recuerdos. Sin embargo, si se bloquea la capacidad de producir irisina en este órgano, la actividad física pierde su efecto protector sobre la memoria. Por otra parte, en los modelos animales de alzheimer, estimular la producción de irisina fuera del cerebro reproduce los beneficios del ejercicio físico.

“Nuestro estudio demuestra que la irisina media el impacto beneficios­o del ejercicio en la memoria y ofrece una nueva explicació­n de cómo el ejercicio regular puede reducir el riesgo de alzheimer”, declara por correo electrónic­o Fernanda de Felice, codirector­a de la investigac­ión desde la Universida­d Queen y la Universida­d Federal de Río de Janeiro. “Es importante hallar medicación efectiva para los pacientes que ya no pueden hacer ejercicio y nuestro trabajo muestra que la irisina es prometedor­a”.

Antes de que puedan materializ­arse en un avance clínico, los resultados deberán confirmars­e en nuevos ensayos en animales y personas. Queda también por aclarar cómo se relacionan la irisina de origen cerebral y la producida por los músculos, señala De Felice.

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