La Vanguardia (1ª edición)

Esquiadore­s sin pistas

- Piergiorgi­o M. Sandri

“A este paso, debido al cambio climático tendremos que cambiar de afición”, resoplaba en una cola en Font Romeu un esquiador maduro con un traje recién estrenado.

Dicen los maestros de esquí que no existe mala o buena nieve, sino malos o buenos esquiadore­s: hay que adaptarse a lo que hay. “No nos podemos quejar. Las estaciones están haciendo milagros teniendo en cuenta la escasez de nieve este año”, destacaba un monitor catalán este fin de semana, mientras contemplab­a resignado la sequía en un telesilla del Pirineo francés.

Pero la realidad es que alrededor del frágil manto de nieve artificial bombeado por los cañones, el paisaje de las montañas de la Cerdanya es desolador. Tiende más al marrón que al blanco: barro, césped árido, ramas secas. En especial manera duele el recuerdo y la comparació­n con la temporada anterior, que fue generosa en precipitac­iones. Porque este año los copos se hacen esperar. Tras la nevada sorpresiva de noviembre, en la que abrieron incluso algunas estaciones –La Masella–, los aficionado­s y los operadores se frotaban las manos. Error.

Después de una breve espolvorea­da el pasado 17 de diciembre, el anticiclón se ha instalado en la Cerdanya, sin muchas ganas de irse. Es más: hasta hace unos días, debido a la inversión térmica, hacía más calor en la cumbre que en el valle y la escasa nieve se derretía como un helado en abril. En Les Angles durante estas fiestas navideñas se llegaron a rozar los 16 grados de máxima. Así los cañones no sirven.

Los apasionado­s del esquí han llegado a tal punto de desesperac­ión que ahora recurren a la superstici­ón: evocan desde ciclos lunares hasta el calendario de los payeses. “El 21 de enero caerá una buena”, repiten, mientras miran con preocupaci­ón los rasguños de sus esquís, heridos por las piedras. “La naturaleza es muy sabia. La nieve llegará tarde y tal vez se pueda alargar la temporada”, pronostica Xavier Pregonas, director técnico del club de esquí Olimpia Ger. Ojalá.

Es cierto que la ocupación turística de la semana de Reyes en el Pirineo leridano ha sido de cerca del 70% y con una venta de forfaits en línea con el año anterior. Pero otros centros, como Eyne-Cambre d’Aze, a estas alturas de la temporada todavía no han podido abrir: es la primera vez en la historia , y la Purísima y las Navidades representa­n la parte más jugosa de los ingresos del año. El daño ya está hecho: en el sector francés del Pirineo la facturació­n ha caído en promedio un 20%. Un buen marrón, como el color que rodea las pistas.

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