La Vanguardia (1ª edición)

Siete fiestas simultánea­s

Las productora­s compiten en comida, bebida y lujo tras la gala de los Globos

- G. LERMAN

Durante las tres horas que dura la gala de los Globos de Oro, el mundo observa a través del televisor cómo una sucesión de estrellas celebra los mejores trabajos del cine y la televisión. Pero cuando las cámaras se apagan y la audiencia mundial se va a dormir, otro show comienza en el Beverly Hilton, el hotel ubicado en pleno corazón de Beverly Hills donde año tras año se da lo que muchos llaman “la celebració­n más grande de Hollywood”. Nada menos que siete fiestas inmensas se ponen en funcionami­ento, todas ubicadas en diferentes sitios del hotel, adonde van los que acaban de salir del salón internacio­nal, donde se entregan los premios, pero a las que también llega mucha gente que ha sido invitada especialme­nte para la ocasión. Es una gran oportunida­d para mostrarse y para encontrar gente, hablar de proyectos, iniciar negocios o simplement­e dejarse llevar por el espíritu de los Globos y seguir bebiendo champán, de ese que corre gratuitame­nte y por barril desde que se abre la alfombra roja. Pero es también el momento en que los grandes estudios y sus competidor­es nacidos del streaming demuestran su poder. Cuanto más grande es la fiesta, más amplio es el espacio y mejor es la comida que se sirve, de modo más preciso se demuestra cuál es el lugar que cada uno tiene en el negocio del entretenim­iento. Así, en la noche del domingo Jeff Bezos se pasó un buen rato en la bellísima estructura que Amazon había montado en el octavo piso del hotel, cerrando toda la azotea del edificio, colocando pisos de madera e incluso lo que parecía ser mármol. Todo lo cual había de durar las apenas tres horas en que funcionarí­a la fiesta.

Netflix había hecho otra muestra de fuerza similar, en la que podía verse a Alfonso Cuarón, muy cómodo y feliz sentado en un rincón con sus dos Globos

El champán corre gratuitame­nte y por barril desde que se abre la alfombra roja

de Oro, acompañado de Yalitza Aparicio y Marina de Tavira, sus dos actrices de Roma. También estaban las fiestas más tradiciona­les, la que HBO organiza cada año en la piscina del hotel, cubierta con un piso removible, y la de NBC/Universal, los dueños de la transmisió­n en Estados Unidos y de Green book.

En la de Warner Bros y la revista In Style no había ya rastros del elenco de Ha nacido una estrella un par de horas después del final de la gala, pero el espíritu era otro en la de Fox. Allí, en un rincón en el que se amontonaba la gente, Brian May y Roger Taylor se sacaban fotos con los fans mientras un agotado Rami Malek seguía viviendo uno de los mejores momentos de su vida.

Para los ejecutivos del estudio, que aún no saben cómo seguirán las cosas después de la venta a Disney, el triunfo era un soplo de aire fresco que puede ayudarles a mantener su independen­cia cuando los nuevos dueños tomen las riendas.

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MARIO ANZUONI / REUTERS Halle Berry, Michael B. Jordan, Lupita Nyong’o y Danai Gurira

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