La Vanguardia (1ª edición)

El máximo voleador

El golazo de Getafe es la última gran volea de un Luis Suárez que se ha especializ­ado en ese difícil arte

- CARLES RUIPÉREZ

Aprimera vista Luis Suárez no casa con la imagen que se tiene de un orfebre. No es delicado como un violinista. No es preciso como los relojeros. No es minucioso como los cartógrafo­s antiguos. Es todo menos cuidadoso como el joyero que engarza piedras preciosas. Al contrario. El 9 del Barça es sobre todo un rematador con olfato y en su fútbol hay garra, corazón e intensidad pero a veces se le critica por ser tosco y no hilar fino en las triangulac­iones. Más soldado que artesano, sin embargo, hay una disciplina en la que es un especialis­ta, todo un artista, un virtuoso mundial: la volea. El delantero uruguayo del Barcelona ha sublimado como pocos el impacto al balón cayendo desde arriba.

No necesita controlar el esférico porque calcula a la perfección donde bajará la pelota. Tiene tan interioriz­ado el movimiento que puede pegarle según viene. Y gracias a su potencia de piernas puede levantar la bota a la altura de la cintura sin necesidad de tumbar demasiado el cuerpo para hacer balance. “Cuerpo atrás, balón arriba”, era la coletilla de Domènec Balmanya en su época de comentaris­ta.

A Suárez pocas veces se le va alto. Que domina la técnica de uno de los golpeos más difíciles que hay lo volvió a demostrar el domingo en Getafe. Messi colgó una falta. Djené ganó el salto a Arturo Vidal y despejó hacia la frontal. El uruguayo la vio y la quiso para él. No le importó que su compatriot­a Damián saliese a taparle el hueco. Suárez enganchó una volea que sorprendió al portero David Soria, por potente y colocada.

Pero no es la primera vez. En los cuatro años y medio que viste de blaugrana ha dejado varias voleas que han acabado en goles de bella factura. Llueve sobre mojado en el caso del Getafe, al que ya le hizo uno en la 2014-15 en el Camp Nou. Un año después, al Athletic lo empalmó con la izquierda en San Mamés. Frente al Arsenal y la Real Sociedad, ambos en la 15-16, se lució con una acrobacia en el aire para rematar sendos centros de Alves. Contra el Levante inmortaliz­ó una tijera. Y al Sporting lo destrozó con otra obra maestra (16-17).

En el fútbol hay voleas míticas y decisivas, como la de Van Basten a Dassaev, casi sin ángulo, en la final de la Euro 1988, o como la de Zidane al Bayer en la final de Glasgow para dar al Madrid su novena Copa de Europa (2002), inverosími­l por la altura en que cazó el balón. En el Camp Nou se recuerdan golazos como el del uruguayo Alfredo Amarillo, que era lateral zurdo, contra el Valencia en 1978 (eclipsado por el repóquer de Clares), los dos últimos del hat trick de Rexach al Feyenoord en la Copa de Europa de 1974 o los de Òscar Garcia.

Suárez tiene la ventaja que, pese a ser hombre de área, sabe perfilarse muy bien desde los costados porque ni en el Ajax ni en el Liverpool empezó jugando de 9 sino de extremo. Cuando llegó al club ajacied Huntelaar era la referencia y cuando aterrizó en Anfield el hombre más adelantado era Sturridge. De hecho ni en Ámsterdam (16) ni en Inglaterra (7) vistió el dorsal de los goleadores.

Nada es casual. Se trata además de un remate que se trabaja mucho en Sudamérica. Los mejores goles de los cuatro últimos Mundiales son voleas y únicamente la del francés Pavard en Rusia’18 es del viejo continente. En el 2006 fue el zurdazo con el que Maxi Rodríguez eliminó a México en la prórroga. En el 2010 el premio se lo llevó Diego Forlán, uruguayo como Suárez, por su gol frente Alemania. Y en el 2014 ganó James Rodríguez con otro zambombazo desde la frontal, éste tras controlar con el pecho.

Martín Lasarte, que fue el técnico que hizo debutar al goleador en el 2005 en el Nacional de Montevideo con 18 años, recuerda que en sus primeros partidos el gol le era esquivo. Pero no desistía. “Se quedaba después de los entrenamie­ntos practicand­o la definición y las voleas”, explica el exentrenad­or de la Real Sociedad, actualment­e en el Al Ahly egipcio. Así, a base de insistenci­a, ha llegado a ser el mejor en el arte de la volea con casi 32 años.

Quizás en la Champions haya perdido su olfato cuando juega a domicilio –no marca fuera desde septiembre del 2015– pero no ocurre lo mismo en la Liga, donde la mitad de los 12 goles que ha marcado el segundo máximo realizador (a 4 de su amigo y socio Messi) los ha celebrado lejos del Camp Nou. Es Luis IX, el voleador.

EL SECRETO

Su potencia de piernas le permite clavar la de apoyo y levantar la de impacto sin tumbar demasiado el cuerpo

TRABAJO DESDE JOVEN

“Tras las sesiones practicaba la definición y las voleas”, revela Lasarte, que le hizo debutar en el 2005

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