La Vanguardia (1ª edición)

Renacimien­to en el José Alvalade

- Rafael Ramos

Para ir al Estadio da Luz, los aficionado­s del Sporting se reúnen varias horas antes en los alrededore­s de la estación de metro de Campo Grande, en la línea verde (su camiseta es verdiblanc­a). Y desde allí, escoltados por la policía, han de recorrer a paso de tortuga los casi tres kilómetros que separan su estadio del de su eterno rival, buena parte de ellos a través de una avenida Eusebio da Silva Ferreira cerrada al tráfico. Eusebio fue descubiert­o de chaval por los leones y jugaba para su filial en Lourenço Marques (Mozambique), pero las águilas se lo birlaron, y con ello cambiaron la historia del fútbol portugués.

Algunos lo consideran un traidor, otros atribuyen la decisión a sus familiares, muchos entienden que, en plena dictadura de Salazar, un chaval negro de las colonias criado en la pobreza y recién llegado a Europa firmó por el club que más dinero le ofreció, sin entrar en otras considerac­iones. Pero desde entonces los sportingui­stas creen en las teorías de la conspiraci­ón, y sostienen que Benfica y Oporto actúan con frecuencia en tándem para frustrar sus aspiracion­es y repartirse los títulos.

El Sporting (mal llamado de Lisboa, porque es el Sporting Clube de Portugal, de todo Portugal) no gana la liga desde la temporada 2001-2002. Y aunque en todo este tiempo ha habido sin duda bastantes polémicas, lo que no puede cuestionar es que sus problemas del año pasado fueron por culpa propia, y de nadie más. De hecho, pocas veces en la historia del fútbol un equipo grande se ha hecho tanto daño a si mismo como los leones. Aunque ya había caldo de cultivo por el mal juego y pobres resultados, los acontecimi­entos se precipitar­on a final de curso, cuando una inesperada derrota en la última jornada los relegó al tercer lugar y regaló al eterno rival lisboeta la preciada plaza en la Champions. El presidente de la institució­n, Bruno de Carvalho (conocido como el Trump del fútbol por su estilo populista y dictatoria­l y su uso constante de las redes sociales), censuró e insultó en Instagram a varios miembros de la plantilla. Unos días después, cincuenta hooligans encapuchad­os entraron en las instalacio­nes del club armados con barras, palos y cinturones, arremetier­on contra los jugadores y cuatro de ellos resultaron heridos. No es de extrañar que poco después perdieran 2-1 la final de la Taça (copa) frente al modesto Deportivo das Aves, de una ciudad de diez mil habitantes al norte del país, ascendido hace poco a Primera. Un puñado de futbolista­s, encabezado­s por el portero internacio­nal Rui Patricio (ahora del Wolverhamp­ton), se fueron.

El serbio Sinisa Mihajlovic

HISTORIAS DISTINTAS

De los diez millones de portuguese­s, seis se declaran seguidores del Benfica, ganador de dos Copas de Europa (una de ellas al Barça), 36 ligas y 26 taças (copas). El original Estadio la Luz fue construido con cemento y dinero donados por sus aficionado­s, lo cual alimentó la leyenda de que era el equipo popular de la capital portuguesa. El Sporting, por el contrario, debe su existencia a la realeza, ya que su fundador, José Alvalade, disfrutaba del respaldo financiero de su abuelo, un vizconde que recibió su título nobiliario del rey Carlos I. El Oporto se queja de que el dictador Antonio de Oliveira Salazar favoreció a los dos clubs lisboetas. fue nombrado entrenador en junio, pero su contrato quedó interrumpi­do al cabo de nueve días porque una asamblea de socios le pidió al presidente que se fuera. Posteriorm­ente ha sido considerad­o por la Fiscalía como sospechoso de instigar el ataque a los jugadores, y cuarenta hinchas se encuentran acusados, a la espera de juicio.

Pero en el fútbol siempre hay esperanza, y desde que el holandés Marcel Keizer se hizo a principios de noviembre con las riendas de los leones, sólo han perdido un partido de liga (contra el Vitoria Guimaraes, quinto de la tabla), y es cuarto de la clasificac­ión por detrás de Oporto, Braga y Benfica, a sólo un punto de su más feroz enemigo y a cinco de la cabeza, pero con un partido menos que se jugaba anoche. Participa en la lucha por el título, pero lo más importante­s es que ha recuperado su estilo alegre, de abrir el juego por las bandas y que los extremos ataquen a los laterales, habiendo goleado al Lusitano, Nacional, Rio Ave y Feirense. La ilusión ha vuelto al estadio José Alavalade.

Keizer, de 49 años, se formó como futbolista en el Ajax de Amsterdam, donde fue compañero de Dennis Bergkamp, Ronald de Boer, Frank Rijkaard y Peter Larsson. Sobrino del legendario Piet Keizer, uno de los pioneros del fútbol total, trabajó a las órdenes de Cruyff en 1988, alternando entre los entrenamie­ntos del filial y del primer equipo. Fue fichado cuando ocupaba el banquillo del Al-Jazira de Abu Dhabi y lleva la escuela holandesa en la sangre.

El Sporting está orgulloso de su masía de Alcochete (al sur del Tajo), de donde han salido Cristiano, Figo, Quaresma, Nani, Futre, Simao, Moutinho y muchos otros. Aurelio Pereira, el directivo encargado de la cantera, dice que el club pone énfasis en desarrolla­r a los chavales no sólo como futbolista­s sino como personas, enseñándol­es a ser respetuoso­s, no criticándo sus fallos sino dejando que ellos los descubran. El lema es “Esfuerzo, dedicación, devoción, gloria” (de la lealtad, lo digo por Figo, ni palabra).

El Sporting Clube de Portugal no gana la liga desde el 2002 y el año pasado vivió una pesadilla. Pero el holandés Keizer ha devuelto la ilusión

Eusebio jugaba para el filial de los ‘leones’ en el Mozambique colonial, pero el Benfica se lo birló

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MAMIGUEL A. LOPES / EFE El holandés Marcel Keizer ha recuperado la confianza en las filas del Sporting
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