El presidente del Banco Mundial dimite y se pasa al sector privado
Puertas giratorias en Washington. Jim Yong Kim, hasta ahora presidente del Banco Mundial, decidió ayer abandonar el cargo de una de las mayores instituciones económicas mundiales justo cuando se está debatiendo en los círculos financieros sobre la llegada de una posible desaceleración global para pasarse al sector privado.
Si bien el momento puede no haber sido el oportuno, el coreano –nacionalizado estadounidense–, que acababa de renovar por otro quinquenio su mandato en julio del 2017, cree que su decisión está justificada. Jim Yong Kim fichará para una compañía centrada en inversiones para infraestructura en países en desarrollo. En su opinión, “este es el camino a través del cual podré tener el mayor impacto en los principales problemas mundiales como el cambio climático y el déficit de infraestructura en los mercados emergentes’, argumentó Kim. Según su versión, no fue una decisión premeditada, sino consecuencia de “una oportunidad inesperada”.
Estados Unidos es el mayor accionista de la entidad y desde la Segunda Guerra Mundial siempre ha colocado un norteamericano en la presidencia. No consta que, oficialmente, la Casa Blanca haya influido en el abandono. Pero es cierto que sus relaciones con esta institución, dedicada en combatir la pobreza extrema en todo el mundo, no pasaban por sus mejores momentos. De hecho, la administración Trump, en plena guerra comercial con China, presionó este año al Banco Mundial para que justificara sus préstamos al gigante asiático. Pero en abril, el Banco Mundial obtuvo el apoyo de sus países miembros para finalmente llevar a cabo un aumento de capital de 13.000 millones de dólares después de que EE.UU. retirara sus objeciones.
De momento Kristalina Georgieva, directora general de la institución, ocupará el sillón dejado vacío por Kim, con lo que ahora las dos mayores centros internacionales de decisión económica estarán dirigidos por mujeres, siendo Christine Lagarde la que está al mando del FMI.
Tras la marcha del actual máximo directivo de la entidad, ahora EE.UU., que mantiene una posición de fuerza en el Banco Mundial (16% de los votos), tendrá la posibilidad de influir en el nombramiento de su sucesor y orientar la elección hacia una persona más afín a sus intereses, que persiguen debilitar el multilateralismo. No hay que olvidar que Kim fue nombrado por el anterior presidente norteamericano, Barack Obama.