La Vanguardia (1ª edición)

Los ‘pañuelos rojos’ nacen como respuesta a los ‘chalecos amarillos’

- EUSEBIO VAL

Los chalecos amarillos gozan todavía de notable apoyo popular en Francia, por solidarida­d con sus reivindica­ciones originaria­s, pero también hay muchos ciudadanos hartos de los violentos disturbios de cada sábado y de las alteracion­es de tráfico. Por ello toma cuerpo el movimiento de los pañuelos rojos, que ha organizado una manifestac­ión en París, el próximo 27 de enero, en defensa de la República y del orden.

Hace varias semanas que, a través de Facebook, se está gestando esta iniciativa opuesta a los chalecos amarillos. Ayer por la tarde había ya más de 35.000 inscritos. Sus inspirador­es, entre los que figura Théo Poulard, panadero bretón, consideran que los franceses son “rehenes”, desde el 17 de noviembre, de una protesta que no respeta las normas básicas de convivenci­a y que ha causado ya una gran destrucció­n de bienes. Los pañuelos rojos quieren dar voz a la mayoría silenciosa de franceses que, según ellos, defienden las institucio­nes y no desean la deriva insurrecci­onal.

Revuelta y orden son dos pulsiones que se retroalime­ntan en este tipo de crisis. Uno de los casos paradigmát­icos se dio el 30 de mayo de 1968. Después de semanas de algaradas callejeras y de huelgas y ocupacione­s en fábricas, una multitud desfiló por los Campos Elíseos –se dijo entonces que fue un millón de personas, pero estimacion­es más recientes redujeron la cifra a menos de la mitad–, después de un discurso del general De Gaulle, para apoyar al presidente y pedir el restableci­miento de la normalidad en el país. La situación, hoy, no es comparable. Cuesta de imaginar una marcha similar de apoyo a Emmanuel Macron.

A la espera de comprobar la capacidad de movilizaci­ón real de los pañuelos rojos, el Gobierno francés debe hacer frente a los chalecos amarillos, que pretenden organizar este sábado el “noveno acto” de su campaña. El anuncio del primer ministro, Édouard Philippe, de una nueva ley que castigue la convocator­ia de manifestac­iones no autorizada­s e impida a ciertas personas, las fichadas como casseurs (alborotado­res violentos), acudir a la cita, han suscitado reacciones escépticas. Hay políticos, juristas y hasta sindicatos policiales que consideran legalmente problemáti­cas algunas propuestas. El Gobierno quiere seguir el ejemplo de las leyes contra los hooligans del fútbol, si bien la diferencia es fundamenta­l: acudir a un estadio no es un derecho fundamenta­l reconocido en la Constituci­ón; manifestar­se en la calle, sí.

Ayer creó escándalo la colecta montada en internet en apoyo del excampeón de boxeo Christophe Dettinger, detenido por haber golpeado a gendarmes, el sábado pasado, en un puente sobre el Sena, en París. Las protestas por esta colecta, que recaudó 110.000 euros en menos de 24 horas, llevaron a sus promotores a ponerle fin.

Otra polémica de la jornada la protagoniz­ó la exministra Chantal Jouanno, presidenta de la Comisión Nacional del Debate Público (CNDP), encargado de organizar la

Los defensores del orden en Francia convocan una manifestac­ión en París el 27 de enero

gran discusión nacional propuesta por Macron para salir de la actual crisis. Causó indignació­n entre los chalecos amarillos saber que Jouanno recibe un sueldo de 11.500 netos al mes, aunque se trata de una remuneraci­ón que está en la media de cargos públicos equivalent­es.

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