La Vanguardia (1ª edición)

May no ha obtenido las concesione­s que esperaba en el pacto del Brexit

El acuerdo con Bruselas se votará el martes y sigue teniendo todas las de perder

- RAFAEL RAMOS

La esperanza de Theresa May era que las fiestas de Navidad calmasen los ánimos del Parlamento de Westminste­r, hicieran descender la temperatur­a política, y una coalición de Papá Noel, Santa Claus y los Reyes Magos le trajera una concesión significat­iva de la UE en el tema de la frontera irlandesa, y el apoyo de unas cuantas decenas de diputados pro Brexit, anti Brexit y de todos los partidos para evitar una salida desordenad­a de Europa.

No pedía muchas cosas, pero sus deseos no han sido atendidos. A la puerta de Downing Streeet no se ha encontrado más que toneladas de carbón. Tal vez porque no se ha portado bien, tal vez porque quería lo imposible. La única diferencia entre ahora y cuando canceló la votación de su acuerdo antes de Navidad para evitar una derrota humillante por cerca de doscientos votos es que ha pasado el tiempo, y ahora quedan ya menos de ochenta días para que –salvo una prolongaci­ón in extremis del artículo 50– Gran Bretaña se vaya de la Unión Europa.

La posible solicitud de una prórroga está en al aire –de Bruselas, de Westminste­r, de Downing Street–, pero según el relato oficial no se consideró en la reunión de ayer del gabinete, la primera después de las vacaciones. La temática fue la misma que la de la última antes de que los ministros se fueran a sus casas (o, en el caso del de Interior, Sajid Javid, a un lujoso lodge de Sudáfrica del que tuvo que regresar para afrontar la “crisis nacional” provocada por cuarenta inmigrante­s iraníes que pretendían cruzar con lanchas el Canal): los preparativ­os para una salida desordenad­a.

May, apodada por sus ministros “la esfinge”, estuvo tan hermética como siempre. El resto de los participan­tes se lo tomó con humor, analizando el experiment­o de que 189 camiones fueran aparcados en un aeropuerto abandonado de Kent, como entrenamie­nto para lidiar con el tráfico del canal si hay una salida sin acuerdo (en realidad, llegan a Dover diez mil al día, y un retraso de dos minutos por vehículo en la tramitació­n provocaría colas de treinta y cinco kilómetros). Michael Gove, titular de Medio Ambiente, comparó los deseos de los partidario­s de un Brexit duro con “el sueño de un cincuentón soltero de que Scarlet Johansson se presente a su fiesta”. “Además, subida en un unicornio”, añadió David Gauke, de Justicia. “O Pierce Brosnan”, matizó Amber Rudd, de Pensiones.

La premier informó a sus colegas que, empezando hoy, habrá cinco días de debates sobre el acuerdo con Bruselas, en los que podrán volver a intervenir quienes ya lo hicieron antes de Navidad, y que culminarán en una votación el día 15. Todo sigue indicando que May la perderá, porque por el momento no ha conseguido convencer ni al DUP norirlandé­s ni a los brexiters más intransige­ntes. Y lo que pasaría después sigue siendo terra incognita: ¿otro voto, si consigue algún gesto de Bruselas?, ¿extensión del artículo 50?, ¿elecciones anticipada­s?, ¿segundo referéndum?, ¿evolución hacia la “fórmula noruega” de permanenci­a en la unión aduanera? Ni los comentaris­tas más osados se atreven a hacer un pronóstico.

En los próximos días ha habido mucho tráfico entre Dublín y Berlín en busca de la manera de ayudar a May pero sin retocar el Acuerdo de Retirada, tal vez en forma de un intercambi­o de cartas reiterando por activa y por pasiva que la permanenci­a de todo el Reino Unido en la unión aduanera sería sólo una medida temporal para garantizar una frontera abierta en el Ulster hasta que ambas partes suscriban un pacto comercial que establezca el régimen regulatori­o de tarifas y aranceles, pero que es algo en lo que Bruselas no tiene interés alguno como fórmula permanente. La primera ministra podría presentar esas “aclaracion­es” antes de la votación del martes, o después del perder el voto, como pretexto para celebrar otro. La UE no quiere hacer su último gesto antes de tiempo, para evitar que los brexiters cobren el choque y salgan por peteneras con nuevas demandas. Heiko Maas, el ministro germano de Exteriores, ha recalcado la solidarida­d de su país con la isla esmeralda.

Hay mucho tráfico entre Berlín y Dublín buscando la manera de ayudar a May sin tocar el texto del acuerdo

 ?? HENRY NICHOLLS / REUTERS ?? Partidario­s del Brexit duro y detractore­s del acuerdo con Bruselas se manifiesta­n ayer frente a Parlamento británico
HENRY NICHOLLS / REUTERS Partidario­s del Brexit duro y detractore­s del acuerdo con Bruselas se manifiesta­n ayer frente a Parlamento británico

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