La Vanguardia (1ª edición)

Kim y Xi escenifica­n un frente común con la vista puesta en Trump

El líder norcoreano cumple 35 años en Pekín dejándose seducir por China

- ISMAEL ARANA

Kim Jong Un le ha cogido el gusto a China. Tras seis primeros años de mandato en los que no puso un pie en el país vecino, el joven dictador rindió ayer su cuarta visita a Pekín en menos de doce meses. Esta última coincide con su 35 cumpleaños, que, según revelaron los medios chinos, cae el 8 de enero. Pero además de soplar las velas y llevarse algún regalo, el líder norcoreano aprovechar­á su periplo de tres días para afinar sus posturas junto a su aliado histórico y prepararse para la intensa ronda de negociacio­nes que se le avecina.

Como ha sido habitual en sus anteriores visitas, Kim llegó a la capital china en un tren especial blindado tras cruzar la frontera el lunes por la noche a invitación del líder chino, Xi Jinping. Junto a él, viajaron su esposa, Ri Sol-ju, y otros altos cargos como los ministros de Exteriores y Defensa o el general que lidera las conversaci­ones con EE.UU.

Precisamen­te, la posibilida­d de que se produzca un segundo encuentro entre Kim y el presidente estadounid­ense, Donald Trump, es uno de los temas que a buen seguro marcará la agenda de las reuniones entre Kim y Xi de estos días. “Es un déjà-vu”, señala al respecto Zhiqun Zhu, experto de la Universida­d de Buckell, en Pennsylvan­ia. “Kim coordinará su política sobre EE.UU. con Xi antes de hablar con Trump, como ya hizo antes de la cumbre entre ambos de junio del 2018 en Singapur. A medida que se acerque esa segunda reunión Trump-Kim, podemos esperar una mayor diplomacia itinerante entre Pyongyang y Pekín”. No en vano, varios medios surcoreano­s avanzaron este lunes que la esperada cumbre podría celebrarse en las próximas semanas en Hanói, la capital de Vietnam, donde dijeron que se han reunido representa­ntes de los dos países para ultimar detalles.

De materializ­arse ese encuentro, se espera que sirva para desatascar un proceso de paz que se encuentra enquistado ante la falta de avances y los reproches mutuos: si Washington acusa a Corea del Norte de no revelar el tamaño de su arsenal nuclear ni dar pasos claros hacia la desnuclear­ización, Pyongyang critica el mantenimie­nto de las sanciones y la falta de disposició­n a firmar un acuerdo de paz definitivo. Ante este panorama, el propio Kim aprovechó su discurso de Año Nuevo para recalcar que está dispuesto a reunirse con Trump “en cualquier momento”, pero que, si la situación sigue como hasta ahora, su régimen puede adoptar “una nueva vía para defender su soberanía”.

Y de ahí este nuevo viaje, con el que resalta el creciente estrechami­ento de lazos entre las dos naciones comunistas. “Kim está ansioso por recordarle a la Administra­ción Trump que tiene opciones diplomátic­as y económicas distintas a las que pueden ofrecer Washington y Seúl. De hecho, la nueva vía a la que aludió Kim puede haber sido una amenaza encubierta de acercarse (aún más) a Pekín”, apunta Harry J. Kazianis, del Centro de Interés Nacional de EE.UU. “Pekín puede convertir fácilmente la estrategia de máxima presión de Trump en nada más que un recuerdo”, apostilla tras señalar que casi todo el comercio exterior norcoreano fluye a través de China. Por eso, la visita de Kim también le brinda a Xi la oportunida­d de lucir su influencia sobre Corea del Norte, en un momento en el que Pekín y Washington negocian para tratar de evitar una escalada en la guerra comercial.

“China ha sido un buen socio en nuestros esfuerzos por reducir el riesgo para el mundo de la capacidad nuclear de Corea del Norte. Espero que siga siendo así”, resaltó el secretario de Estado norteameri­cano, Mike Pompeo.

Medios surcoreano­s afirman que la cumbre Kim-Trump se podría celebrar en Hanói en las próximas semanas

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AP Kim Jong Un y su esposa tomando el pasado lunes en Pyongyang el tren con destino a Pekín

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