El día que cambió la historia
fue la reacción de la directiva al encontrarse con 50 equipaciones muy distintas a las vestidas durante seis años, pero lo más seguro es que nadie se llevara las manos a la cabeza. Todo lo contrario. Atendiendo a los periódicos de la época, el cambio no supuso nada en un deporte incipiente sin todavía un apego a los colores como seña de identidad de un equipo, ciudad o región. Apenas unos días después del desembarco de Elorduy, el Athletic estrenó sus flamantes uniformes nuevos en Irun en un amistoso que perdió 2-0 y que no mereció más que unas líneas en la prensa de la época. Las breves frases revelan el escaso valor de la sustitución, que ni siquiera fue mencionada.
“Después del match, nuestros jugadores fueron obsequiados en el local del Sporting Club habiendo quedado muy satisfechos del pueblo de Irun”, apuntaba el diario El Nervión como referencia exclusiva al choque. Muy por encima de los tonos, lo que primaba en aquel momento era la calidad del tejido y ahí las prendas inglesas no tenían competidor: no desteñían y estaban forradas de felpilla. El único recuerdo del cambio de uniforme es una foto de los futbolistas sobre el césped de Amute, una instantánea en la que destaca además que ocho de ellos lucen el gorro con borla inglés, nada raro en un club que nació del football importado por los mineros británicos que trabajaban en Bizkaia y que, hasta 1911, contó con jugadores ingleses en sus filas.
El cambio irreversible de indumentaria llegó a la sucursal madrileña del Athletic un año más tarde. Después de jugar un partido amistoso en Bilbao en el que los futbolistas de la capital lucieron las antiguas equipaciones azules y blancas, la entidad vasca les cedió la mitad de los trajes del Southampton comprados por Elorduy, que estaban todavía sin estrenar. La sucursal de la capital, eso sí, mantuvo con los años un guiño a las prendas iniciales y combinó la camiseta con la pantaloneta y medias azules. A su vez, ambos equipos adaptaron entonces sus escudos a los nuevos tonos. Su ADN era ya rojiblanco.
Hasta 1911 el Athletic de Bilbao contó con futbolistas ingleses en sus filas