La Vanguardia (1ª edición)

El exmilitant­e comunista italiano Cesare Battisti es detenido en Bolivia

La buena relación entre Bolsonaro y Salvini propicia la captura

- ANNA BUJ

El escurridiz­o Cesare Battisti volverá al fin a Italia. Después de una huida de 37 años, el exmilitant­e italiano de extrema izquierda fue detenido el sábado en Bolivia y será extraditad­o pronto a su país, para la alegría del ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, que celebró la noticia como una victoria. “Mi primer pensamient­o va hoy a los familiares de las víctimas de este asesino, que durante demasiado tiempo ha disfrutado de una vida que cobardemen­te quitó a otros, mimado por las izquierdas de medio mundo. Se le ha terminado la buena vida”, escribió el líder de la Liga en sus redes sociales.

Battisti, de 64 años, olía a alcohol cuando un equipo de Interpol con agentes bolivianos e italianos le encontraro­n el sábado por la noche en una calle de la ciudad oriental de Santa Cruz, con sólo diez bolivianos en los bolsillos, y sin oponer resistenci­a. Estaba en busca y captura desde que en diciembre un juez del Tribunal Supremo brasileño ordenó su arresto cautelar para ser extraditad­o a Italia, un país que no pisa desde octubre de 1981. Había entrado en Bolivia con una documentac­ión falsa.

El exmiembro de los Proletario­s Armados por el Comunismo (PAC), un brazo de las Brigadas Rojas, está condenado a cadena perpetua desde hace décadas por cuatro homicidios entre 1977 y 1979, que él niega. Durante todo este tiempo ha logrado burlar a las autoridade­s italianas gracias a las complicida­des políticas en los países en los que se ha escapado.

Cuando se fugó de la cárcel de Frosinone y huyó a Francia, pasando por México, Battisti consiguió el apoyo del socialista francés François Mitterrand, que no permitió que extraditar­an a ningún militante de extrema izquierda que renunciase a la lucha armada. La estrategia de sus abogados siempre ha sido que su caso debía ser considerad­o como político, dada la situación en Italia durante los años de plomo del terrorismo, un oscuro periodo con turbias complicida­des entre miembros de los servicios secretos italianos y el espionaje extranjero. Por eso se presentaba como una víctima y alegaba que su vida corría peligro si volvía a Italia.

Con el permiso de Mitterrand, en Francia vivió casi quince años, donde mientras ejercía de portero para llegar a fin de mes y se convirtió en un exitoso escritor de novela negra, publicado por la casa editorial Gallimard. Logró el apoyo de intelectua­les de la talla del filósofo Bernard-Henri Levy.

Cuando finalmente París se mostró abierto a devolverlo en el 2004, con Jacques Chirac, Battisti se fugó a Brasil. Tras tres años de clandestin­idad fue detenido en Rio de Janeiro el 2007 y fue encarcelad­o, llegando incluso a empezar una huelga de hambre porque prefería “morir en Brasil que volver a Italia”. La Corte Suprema de Brasil autorizó después, en el 2009, su extradició­n, pero Lula da Silva se negó a permitirla. En el 2011 fue liberado y obtuvo un permiso de residencia permanente en Brasil. Se instaló en Cananeia, un puerto en el sureste del país, donde continuaba escribiend­o, se casó con una mujer brasileña y tuvo una hija.

Pero los vientos políticos han cambiado, también en América Latina, y Salvini ha encontrado en el nuevo presidente Jair Bolsonaro

Protegido primero por Mitterrand en Francia y después por Lula en Brasil, Bolsonaro acaba con 37 años de fuga

un amigo y aliado. Su propio hijo le presentó a Battisti como un “pequeño regalo” de Brasil. El exmilitant­e de izquierdas ha sido una pieza clave en el acercamien­to entre Salvini y el anticomuni­sta Bolsonaro, a quien el italiano pidió su colaboraci­ón. “Gracias de corazón al presidente Jair Bolsonaro y al nuevo Gobierno brasileño por el mutuo clima político que, junto a un escenario internacio­nal positivo donde Italia vuelve a ser protagonis­ta, han permitido este éxito esperado desde hace años”, le agradeció ayer Matteo Salvini.

Esta vez Battisti será extraditad­o inmediatam­ente, como dijo el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, tras enviar un avión que le llevará de vuelta a Roma. Tanto el presidente de la República, Sergio Mattarella, como los anteriores primeros ministros, Paolo Gentiloni y Matteo Renzi, han aplaudido una noticia para la que Italia ha esperado casi cuarenta años.

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HANDOUT / EFE Foto de Cesare Battisti difundida por la policía boliviana, tras su detención en Santa Cruz

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