Los ‘chalecos amarillos’ niegan al M5E el apoyo político que busca
vez más aislado. Sus aliados en las últimas europeas fueron los euroescépticos británicos del UKIP, que ya no participarán en las próximas elecciones por el Brexit. Así que en una clara operación de marketing político quieren acercarse a lo que parece el nuevo movimiento popular de la UE. El líder grillino se olvida de que en los inicios del macronismo, cuando todavía estaba de moda la propuesta del dirigente francés, el mismo Di Maio le había escrito otra carta diciendo que compartían la idea de refundar Europa. De momento, su oferta no ha tenido mucho éxito entre los chalecos amarillos, que niegan cualquier afiliación política. Así lo aseguraron dos representantes de los manifestantes que acudieron este sábado a Roma, invitados por militantes de extrema izquierda italianos.
Rivales directos en cultura, turismo y economía, la amistad entre los dos países vecinos ha sufrido altibajos. En Italia no gustó nada que el grupo francés LVMH se hiciera con parte de su legado en la moda con la compra de Pucci, Fendi, Berluti, Loro Piana y Bulgari. También hubo mucha tensión en el 2017 por la disputa de los estratégicos astilleros galos de Saint-Nazaire, que Francia había nacionalizado temporalmente para que no fuesen controlados por la italiana Fincantieri.
La inmigración, un asunto por el cual Italia se ha sentido abandonada por la UE, ha sido una constante fuente de disputas entre Salvini y Macron. Ha habido momentos especialmente tensos, como cuando Italia llamó a consultas al embajador de Francia en Roma después de que agentes de aduanas franceses irrumpieran en un centro de inmigrantes en Bardonecchia, en la frontera, para someter a un nigeriano a un análisis de orina. También, en junio, Macron provocó una tormenta al llamar “cínicos e irresponsables” a los italianos por cerrar los puertos al Aquarius de Médicos Sin Fronteras y la oenegé francesa Sos Mediterranée, que terminó en València con 630 inmigrantes.
En Italia tampoco ha sentado bien que la Comisión europea permitiese que Francia superase el objetivo de déficit mientras a ellos les imponía mucho más rigor. Incluso para celebrar el V centenario de la muerte de Leonardo da Vinci hay una guerra abierta después de que el Ministerio de Cultura italiano se negase a prestar al Louvre las obras más importantes del genio.
El apoyo de Di Maio y Salvini a los chalecos amarillos puede tensar todavía más las relaciones. A nadie le interesa que este clima tan incómodo continúe. Los intercambios comerciales entre los dos países, muy favorables para la balanza italiana, representan más de 200 millones de euros al día.