La Vanguardia (1ª edición)

Las tragedias no se ocultan

- GONZALO ARAGONÉS La memoria.

El submarino nuclear Kursk se hundió en el año 2000 con 118 tripulante­s a bordo. En el 2002 un grupo terrorista checheno secuestró a mil personas en el teatro Dubrovka y la crisis se saldó con más de 170 muertos y 700 heridos. Dos años después, otro grupo yihadista del Cáucaso causó una masacre en un colegio de Beslán. Pero el pasado 7 de enero, en un enorme cartel cronológic­o del pabellón Rusia, mi historia, en el popular recinto ferial de la VDNJ de Moscú, estos trágicos hechos habían desapareci­do.

Uno de los visitantes de ese día, Alexéi Shivrin, se sorprendió al ver que se habían tapado con papel o cinta adhesiva blancos cuatro acontecimi­entos de este siglo XXI. Hizo fotos del cartel y las publicó en su página de Facebook. Contactado por

La Vanguardia a través de la red social, explica: “Mi novia y yo llegamos a esa exposición de forma casual. Era el único cartel donde había hechos tapados”. De hecho, no se habría percatado si no estuviesen tapados de esa extraña forma, asegura.

El mensaje que dejó en la red se ha hecho viral. “¿Quién adivina esos cuatro hechos?”, se pregunta en el texto que acompaña al post. Enseguida, los usuarios de internet han dado la respuesta y entre ellos han surgido dudas sobre si habría alguna razón para eliminar esos eventos de la vista del público. “No conozco el motivo por el que alguien puso esas pegatinas blancas, solo sé que los vi así”, dice Shivrin a este diario.

Entre el primer y el segundo mandato de Vladímir Putin como presidente se había tapado la tragedia del Kursk y lo que sucedió en octubre del 2002, cuando un grupo de terrorista­s chechenos secuestró a casi mil personas que asistían en el teatro Dubrovka de Moscú al musical Nord-Ost, y donde hubo 170 muertos. Más abajo tampoco se podía leer que en un colegio de Beslán (Osetia del Norte) falleciero­n 334 personas tras el ataque de otro comando yihadista el primer día de clase, el 1 de septiembre de 2004.

La cronología seguía con la presidenci­a de Dimitri Medvédev (2008-2012) y con otra fecha tapada, que correspond­ía a la guerra que Rusia y Georgia libraron en agosto del 2008 en la provincia rebelde georgiana de Osetia del Sur.

La polémica ha llegado también a la blogosfera rusa relacionad­a con Ucrania. La versión electrónic­a del tabloide Segodnya de Kíev reproduce el mensaje original y afirma: “Así es cómo en la Federación Rusa borran la historia innecesari­a”. Desde que en el 2014 Rusia se quedó con la península de Crimea y estalló la guerra tras su invasión del este ucraniano, en Kíev se acusa a Moscú de intentar reescribir la historia por motivos políticos.

La organizaci­ón del proyecto Rusia, mi historia asegura que no tiene nada que ver con lo ocurrido. Su portavoz, Alexánder Tarásov, sugiere que podría haberlo hecho alguien externo a la exposición. El canal estatal Rossiya 24 ha emitido un reportaje incidiendo en esta misma tesis. Según Tarásov, el cartel se encuentra en un lugar apartado, junto al guardarrop­a, y no forma parte de la zona de exposición. “Lo consideram­os como un añadido. Por eso cuando vimos que en internet se hablaba activament­e de esto nos sorprendim­os”, ha indicado. Además, los temas allí mencionado­s sí se desarrolla­n ampliament­e en la exposición multimedia del proyecto, con “un stand individual dedicado a la lucha contra el terrorismo”. Según este portavoz, “se ha iniciado una investigac­ión oficial sobre el cartel. Estudiamos varias versiones, incluida una intervenci­ón exterior y una provocació­n”. Los papeles que tapaban las tragedias recientes ya se han retirado del tablón.

“No hay que ocultar ninguna página de nuestra historia, sea heroica o trágica. Todo forma parte de nuestra historia continua. De los errores, de los hechos trágicos, aprendemos. Esto de lo que ahora se habla en los medios de comunicaci­ón es probableme­nte una broma de mal gusto o una provocació­n”, decía Mijaíl Miagkov, director científico de la Sociedad histórica-militar de Rusia.

Ocultar las tragedias sí era algo habitual en tiempos de la URSS. En esos años, cuando el régimen comunista controlaba una comunicaci­ón a la que por supuesto todavía no había llegado internet, se ocultaron tragedias de todo tipo. La más conocida es la catástrofe nuclear de Chernóbil, de 1986, en que las autoridade­s tardaron dos días en evacuar a la población y una semana en contar al mundo lo sucedido. También se ocultó la primera catástrofe radiactiva de la URSS, la ocurrida en 1957 en la central nuclear de Mayak, en Cheliábins­k; o el accidente de 1960 en la zona de pruebas del cosmódromo de Baikonur, mientras se preparaba el lanzamient­o del prototipo de un misil.

Del choque en 1979 de dos aviones de pasajeros, uno que hacía la ruta Cheliábins­k-Kishiniov y otro la Tashkent-Minsk, no se habría publicado nada si entre sus 178 víctimas no hubiera estado toda la plantilla del club de fútbol Pajtakor-Tashkent, de primera división. Tampoco se dieron noticias en el momento del accidente del crucero fluvial Alexánder Suvórov, que en 1983 chocó con un puente a la altura de Uliánovsk, declarada inmediatam­ente ciudad cerrada; o del choque de dos trenes en Ufá en 1989.

Los responsabl­es de ‘Rusia, mi historia’ apuntan a que alguien quiso provocar el conflicto

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain