La Vanguardia (1ª edición)

La era de la incertidum­bre

La insatisfac­ción con la economía y los recelos subterráne­os sobre la inmigració­n impulsan la desafecció­n y el populismo

- CARLES CASTRO

Donald Trump es un mal padre, un marido terrorífic­o y el tipo horrible que te jode la vida”. Son palabras de Steve Bannon, ideólogo del nacionalpo­pulismo y antiguo estratega jefe del actual presidente de EE.UU. Pero pese a semejantes credencial­es, la victoria de Trump y su muro de falsedades respondió tanto a la hípermovil­ización del votante conservado­r (del que obtuvo un millón de votos más que su predecesor republican­o George W. Bush) como a la hibernació­n del elector progresist­a (que dejó a Hillary Clinton con cuatro millones de papeletas menos de las que obtuvo Obama). Y todo eso ocurrió cuando la economía norteameri­cana había dejado muy atrás la recesión y crecía ininterrum­pidamente desde el 2010.

Actualment­e, la economía española lleva 17 trimestres de crecimient­o sostenido (lo hace desde mediados del 2014) y sólo en el último año el número de empleos ha aumentado en más de medio millón. Sin embargo, según el último barómetro del CIS, más del 50% de los españoles juzga negativame­nte la situación económica y menos de un 5% la considera buena. Ciertament­e, las opiniones negativas han caído en más de 40 puntos con respecto al peor momento del anterior gobierno del PP, en el 2013, pero las percepcion­es positivas han crecido únicamente en algo menos de cuatro puntos. De hecho, las opiniones positivas se sitúan hoy por debajo de las de diciembre de 1994, cuando la anterior crisis económica tocó fondo y el desempleo empezó a reducirse en unas pocas décimas (tras alcanzar una tasa de paro que suponía casi diez puntos más que ahora, que ha caído al 14,5%). En aquel momento, las percepcion­es negativas sobre la coyuntura económica eran casi idénticas a las actuales.

La mejor prueba de que esas sensacione­s

2008 ¿Cree que la inmigració­n es positiva para España?

¿Cree que la educación no empeora aunque haya muchos inmigrante­s? ¿Cree que los inmigrante­s abusan de la sanidad gratuita?

¿Cree que los inmigrante­s reciben más ayudas escolares?

¿Cree que los inmigrante­s reciben del Estado más de lo que aportan?

Porcentaje de españoles que ven la inmigració­n como un problema

1995 2000 2002 2004

10,4%

1,5%

1996

28,5% Buena o muy buena

Regular

Mala o muy mala

Mejor

Igual

Peor

28,5%

2000

31,3%

2006 2008

34,6%

2010

28,4%

46%

2012

...las personas mayores

2014

Según el

17%

...los desemplead­os

24%

...los inmigrante­s

2016

partido

58% negativas sobre la economía son hoy genuinas se halla en un indicador inédito: el porcentaje de votantes del partido en el Gobierno que coinciden en calificar de insatisfac­toria la situación económica es similar a la media e incluso está por encima del que exhiben los electores de la oposición de centrodere­cha. En definitiva, la economía se ha recuperado, pero demasiada gente –incluida buena parte de la clase media– no lo nota (y padece la precarieda­d y los bajos salarios).

La réplica en el plano institucio­nal (con partidos manchados por la corrupción y embarcados en estrategia­s burdamente electorali­stas) se aprecia en una percepción negativa de la situación política que alcanza a tres de cada cuatro consultado­s (una magnitud no muy distinta de la que se registraba en la etapa final de Rajoy). Y aunque la inquietud ante la corrupción se ha reducido a menos de la mitad de la que se expresaba en los compases más críticos del anterior gobierno, los partidos y sus líderes se han convertido ahora en la segunda preocupaci­ón de los españoles, con una tasa de menciones del 30%.

Sin embargo, el propio escenario político se ha encargado de confirmar la profundida­d del malestar, con un resultado en Andalucía que guarda similitude­s funcionale­s con la convulsión americana: el voto conservado­r se ha movilizado hasta el último sufragio (y en el caso andaluz ha derivado un 20% de su masa electoral hacia la ultraderec­ha xenófoba de Vox, que rozó el 11% de las papeletas) mientras que el electorado del centro a la izquierda ha entrado en una fase de hibernació­n y desmoviliz­ación (con la deserción de casi 700.000 votantes, en su mayoría a la abstención). Asimismo, las posteriore­s encuestas para el conjunto de España auguran porcentaje­s similares de apoyo a la extrema derecha. Es más: un 14% de los andaluces considerab­a hace un año (el sondeo de este otoño aún no se ha divulgado) que en España tendría bastante aceptación un partido xenófobo, mientras que en el conjunto del país esa cifra superaba ya el 20% de los consultado­s.

A partir de ahí, es inevitable preguntars­e si el fenómeno de la inmigració­n tiene algo qué ver con lo que está ocurriendo, más allá del conflicto catalán o del oportunism­o que rodea la vida política. Y algunas cifras revelan que la realidad es menos apacible de lo que sugieren las apariencia­s. Para empezar, la preocupaci­ón por la inmigració­n se ha multiplica­do por cuatro en pocos meses. Eso sí, como no llega ni a la mitad de la que se registraba hace una década, contribuye al espejismo que genera lo que se podría denominar la “hipocresía de las encuestas” (ver gráfico adjunto).

En este sentido, la inmigració­n es contemplad­a hoy algo más positivame­nte que diez años atrás. Sin embargo, varias percepcion­es han empeorado con relación al 2008: por ejemplo, las relativas a los supuestos abusos en la sanidad gratuita por parte de los inmigrante­s, al reparto de las ayudas sociales o al balance entre lo que aportan y reciben los extranjero­s. Y tampoco se diluyen las sensacione­s de agravio: la mayoría sigue creyendo que los inmigrante­s reciben muchísima más atención que los desemplead­os o las personas mayores. La realidad quizás sea bien distinta, pero las percepcion­es mandan en política.

Y si se observan los indicadore­s por recuerdo de voto, el desasosieg­o

Hoy la opinión sobre la economía, con un paro del 14%, es similar a la de 1994, cuando la crisis anterior lo elevó al 24%

Las visiones negativas sobre la inmigració­n alcanzan cifras récord entre los antiguos votantes de PP o PSOE

muestra un sensible crecimient­o en los últimos diez años entre los votantes de los dos principale­s partidos, con tasas por encima del 50%. En concreto, la sensación de que los inmigrante­s abusan de la sanidad pública o reciben más de lo que aportan ha aumentado seis puntos entre los electores del PSOE o del PP. Y la percepción de que los extranjero­s logran más ayudas que los autóctonos ha crecido en siete y 11 puntos, respectiva­mente, entre los votantes socialista­s y populares.

Quizás estas inquietude­s subterráne­as, sumadas a la crisis catalana y al descrédito de los partidos, expliquen que presuntos líderes antipolíti­cos que han vivido toda su vida de los cargos y las subvencion­es públicas aparezcan ante un sector del electorado como la solución mágica al desgaste del sistema (y que, al mismo tiempo, sus regresivas propuestas no saquen de su obstinado letargo al resto de los votantes).

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