La Vanguardia (1ª edición)

Mecha prendida en Casariche

La localidad sevillana se recupera del intento de linchamien­to de un delincuent­e rumano que fue sorprendid­o mientras robaba

- ADOLFO S. RUIZ

Durante unas horas todos temieron que los sucesos de hace un año en la localidad de Pedrera, con ataques a bienes propiedad de la comunidad rumana y quema de coches, pudieran repetirse en Casariche, pero al final todo se quedó “en humo de paja”, señala Francisco, que habla con prisa mientras camina hacia su trabajo. Un intento de linchamien­to a un delincuent­e de origen rumano ha colocado a esta pequeña localidad de la Sierra Sur sevillana en el mapa.

La noche del domingo 6 de enero no se le olvidará nunca a José Manuel Romero. Este vecino de una localidad de cerca de seis mil habitantes descansaba en casa, junto a su mujer y dos hijos, cuando escuchó ruidos en su domicilio. Alguien estaba intentando robar. Alarmado, llamó a la policía local, que acudió con presteza.

Los ladrones, que eran dos, emprendier­on entonces una huida a través de patios y azoteas, perseguido­s por los guardias locales y vecinos del pueblo que se fueron uniendo a la captura.

Finalmente, uno de los presuntos ladrones se arrojó a un patio, pero ya no pudo continuar porque se lesionó un tobillo en la caída. El otro consiguió escapar y aún hoy se encuentra en busca y captura.

El herido fue recluido en una casa, bajo custodia de los agentes locales. En la puerta se fueron concentran­do vecinos, en su mayoría jóvenes del pueblo, que exigían a los agentes locales que les “entregaran a ellos al rumano”.

Ante el cariz de los acontecimi­entos, la policía local pidió refuerzos a la Guardia Civil que, finalmente, puso orden. Uno de los participan­tes en la captura señala que “si no es por los picoletos, hay alguna desgracia”.

Casariche, la antigua Ventippo de los tiempos de celtas e íberos, está muy cerca de Estepa, Pedrera, Puente Genil o La Roda de Andalucía, donde existen importante­s colonias de extranjero­s, la mayor parte de ellos procedente­s de Rumanía, que en Casariche suman el 52% de la población foránea.

“Nunca hemos tenido ningún problema con los rumanos, hasta ahora”, señala Fátima, que regenta un comercio en la localidad. “El problema es la psicosis”, añade, “porque ahora se habla mucho en la zona de un incremento de los robos en Estepa o se recuerda lo que pasó en Pedrera. De ahí a achacar la responsabi­lidad de todo lo que sucede a los rumanos hay un paso muy pequeño”, reconoce. Las calles de Casariche están abiertas al viento en esta fría mañana de invierno. Sus vecinos se protegen en sus casas o se encuentran en sus puestos de trabajo, por lo que es difícil cruzarse con alguien en las calles de la localidad sevillana. Es tiempo de recogida de la aceituna, que constituye la principal actividad económica, trabajo en el que se emplea la mayor parte de Casariche. La zona donde se concentra la comunidad rumana está prácticame­nte vacía, con la única presencia de alguna mujer que tiende la ropa al aire libre y que no desea comentar nada de lo sucedido.

“Un problema puntual sin que vaya a ir a más”, señalan algunos parroquian­os mientras apuran un café en uno de los bares de la localidad.

Y cuentan que la llegada de inmigrante­s se produce a partir del año 2004. “Los jóvenes se marchan a la construcci­ón en la Costa del Sol y no hay nadie para recoger la aceituna. Empezaron a llegar los primeros rumanos, muy pobres. Se fueron asentando y lograron traer a sus amplias familias”, comenta Wenceslao, ya jubilado.

Como sucede en Pedrera, en Estepa o en La Roda, no hay ninguna familia aquí que desconozca lo que es la emigración. Casi todas tienen miembros que tuvieron que marchar a Alemania o a Catalunya.

“Lo sucedido en la noche del pasado domingo 6 de enero es un hecho puntual”, insiste Wenceslao. “En toda comunidad siempre hay garbanzos negros y los ladrones ni siquiera eran de Casariche, sino que están empadronad­os en Estepa. Bien es verdad que la cosa no fue a mayores porque, al fin y al cabo, nadie resultó herido. No sucedió como en Pedrera, donde un matrimonio muy conocido en el pueblo fue agredido por tres rumanos”, se congratula.

En las últimas autonómica­s hubo 110 votos a Vox en Casariche, pero el alcalde ya teme que, tras los últimos acontecimi­entos, el apoyo al partido de extrema derecha puede aumentar el próximo mes de mayo, cuando se celebren las elecciones municipale­s. “Son pocos, pero su mensaje cala con este tipo de situacione­s”, reconoce.

Casi todas las familias del pueblo tienen a alguien que emigró fuera de Andalucía

En las últimas autonómica­s Vox obtuvo sólo 110 votos, pero se teme que crezca

 ?? JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE ?? Vecinos de Casariche, el pasado 7 de enero ante el Ayuntamien­to en protesta por los sucesos protagoniz­ados por dos rumanos
JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE Vecinos de Casariche, el pasado 7 de enero ante el Ayuntamien­to en protesta por los sucesos protagoniz­ados por dos rumanos

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