Del carro al tranvía
Cada caballo tira de su carro. Sant Antoni está a la vuelta de la esquina (como las elecciones municipales) y el barrio de Sant Andreu ha sido el primero en celebrar los Tres Tombs en la ciudad. Vaya oportunidad. Domingo soleado. Más de 30.000 vecinos felizmente congregados y una veintena de carros desfilando a lo largo y ancho del barrio, repartiendo caramelos. Un paseo de lujo para alcaldables y políticos, que antes de montar su respectivo carro, tiraron a lo suyo.
Ada Colau escogió el tranvía, la oposición trotó con la inseguridad y Ernest Margall prefirió marcar distancias, aunque no tantas como Manuel Valls y Jordi Graupera, que no participaron de tan tradicional fiesta. Los animales fueron los protagonistas de la jornada. Cientos de gatos y perros y algún periquito, recibieron puntual bendición frente a la iglesia, que por algo San Antoni Abad abandonó a su familia y todos sus bienes para descubrir la sabiduría observando a los animales, convirtiéndose así en su patrón. También los caballos que tiraban de los carros fueron bendecidos. En el último, de propiedad municipal y el único tirado por una mujer, iba la alcaldesa compartiendo carruaje con Carina Mejías y Alberto Fernández Díaz, rodeados durante un tramo por los grupos animalistas que, a pie, protestaban por el uso de caballos y otros animales en esta cabalgata.
Antes, habían pasado con un carro propio el alcaldable de ERC, Ernest Maragall, con el president del Parlament, Roger Torrents. Y en otro iban Xavier Trias y la ganadora de las primarias municipales del PDECat en Barcelona, Neus Munté. El alcaldable socialista Jaume Collboni ocupaba otro. Tampoco se lo perdieron ediles como Montserrat Benedí (ERC), Carmen Andrés (PSC), Raimond Blasi (PDECat) y dos de Cs: Marilén Barceló y Santiago Alonso, que compensaban así la ausencia de Valls.
“Lo que querría es que con todas las formaciones políticas y también con Ernest Maragall habláramos y nos posicionáremos en temas de ciudad, que es lo que espera la gente”, apuntó Ada Colau. Ella escogió como tema del día –además de la rotunda condena al ataque homófobo del sábado en el metro– el tranvía. “Espero que ERC no sea ambigua y que apoye esta conexión por la Diagonal, es una grandísima oportunidad que tenemos para hacer por fin realidad una infraestructura que pide la inmensa mayoría de la ciudadanía y que permitiría sacar miles de coches del centro de Barcelona y reducir la contaminación”, insistió. “Que no hace falta esperar las elecciones, que podemos hacer realidad antes este proyecto”, añadió.
Pero Ernest Maragall no estaba ayer para tranvías, prefirió tirar del carro de los pactos. La alcaldesa había reiterado la necesidad de las izquierdas de unirse para “asegurar el cambio” y Maragall no lo dio por hecho: “Hoy la distancia es explícita”, dijo e instó a Colau a explicar qué ofrece, “después de cuatro años de gestión desafortunada”. Collboni, en plan propositivo y considerando la inseguridad como uno de los principales problemas, propuso convocar un mínimo de mil nuevas plazas en la Guardia Urbana. Munté también se apuntó a la inseguridad (y se mostró “encantada” que Forn sea el candidato de su formación). El alcaldable del PP, Josep Maria Bou, reclamó la reapertura de la comisaría de plaza Catalunya y sobre la hipotética irrupción de Vox en Barcelona defendió su derecho a presentarse “como todos los partidos constitucionalistas” y no descartó un pacto. Y luego, cada cual, a su carroza.
Los alcaldables, salvo Valls y Graupera, se apuntan al primer Tres Tombs de Barcelona en Sant Andreu