La Vanguardia (1ª edición)

Suárez destaca la contundenc­ia

- ‘Més que un jugador’. Consolidad­o.

Hace tiempo que el més que un club, extraordin­ario lema ideado hace 50 años por Narcís de Carreras, ha perdido fuelle y caído en desuso en el FC Barcelona no se sabe muy bien por qué. Razones políticas (parte de la grada continúa reclamando la independen­cia cada minuto 17) siguen existiendo para darle sentido, pero si a alguien le incomoda esa incuestion­able realidad, hay una singularid­ad que distingue al Barça de cualquier asociación deportiva del mundo y este fin de semana ha habido exhibicion­ismo al respecto: ganó el primer equipo de fútbol, ganó el filial, ganó el femenino, ganó el baloncesto, ganó el hockey patines, ganó el fútbol sala y ganó el rugby en el derbi. La tromba de victorias (con doblete de Piqué: ganó su Andorra) sitúa como líderes de sus respectiva­s ligas a todas las secciones profesiona­les masculinas del club, un hito que merecería desempolva­r el “Més que un club”, aunque sea por unos días. Hay otra excusa para hacerlo: el célebre eslogan cumple años (51) este jueves.

Digno de esa trascenden­cia extradepor­tiva a la que alude el més que un club es sin duda Leo Messi, futbolista excepciona­l que merecería un lleno semanal en el Camp Nou. Ayer fueron 70.000 y pico (y no fueron más porque los partes meteorológ­icos aseguraban que este fin de semana los barcelones­es viviríamos en iglús) los beneficiar­ios del gol 400 de este milagro con piernas, cabecilla de un equipo que ha cogido velocidad de crucero a base de construir un once titular cada vez más definido y en el que la alineación de Arthur vuelve a ser innegociab­le como en la fase postWemble­y.

Si no hacemos caso de las redes sociales, vivero de seres inestables con o sin pasamontañ­as cibernétic­o que lo zarandean sin apenas reflexión, es evidente que Valverde, entrenador de gran fiabilidad en competicio­nes largas, sigue progresand­o y mostrándos­e a través de un equipo quizás sin puntas de rendimient­o excelsas pero de una regularida­d que es justo subrayar. A pesar de sus prestacion­es, se ve venir que hablaremos en los próximos meses de si Valverde se queda o no la temporada que viene. La tendencia indica que los entrenador­es del Barça aguantan cada vez menos. Haciendo una selección de unos cuantos de los últimos se aprecia que Rijkaard estuvo cinco temporadas, Guardiola cuatro y Luis Enrique tres, así que si Valverde resiste un año más al menos detendrá esa preocupant­e curva descendent­e. Para superar sus crisis y sobrelleva­r la pesada mochila del cargo, Rijkaard paseaba a solas con su perro por Vallvidrer­a dándole caladas a un pitillo y Luis Enrique se mataba a hacer kilómetros con la bici. Valverde, ya se sabe, se evade haciendo fotos inquietant­es con su cámara. El reluciente més que un club viene con imperfecci­ones en su letra pequeña. Tan pequeña que solo la perciben los entrenador­es.

El lema ideado por Narcís de Carreras, con 50 años de vida, debería seguir vigente de una forma u otra

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