La Vanguardia (1ª edición)

La píldora roja

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Qué es la realidad es una pregunta que todos nos hemos hecho. En esta misma columna he hablado de cómo la percibimos, de cómo medios y algoritmos la crean y manipulan; al final la realidad es una construcci­ón mental que sólo existe en el cerebro de cada uno.

Este concepto, que serviría tanto para una clase de filosofía como para un guion interactiv­o de Black Mirror es muy real. De la informació­n infinita a la que tenemos acceso, ¿cómo distinguim­os lo que es real de lo que no lo es? ¿Cómo sabemos que un artículo de Wikipedia cita fuentes solventes? ¿Cómo sabemos si una foto es real o ha sido manipulada? Y una persona, ¿cómo sabemos si es quien dice que es? NVIDIA, el fabricante de procesador­es gráficos, nos ha sorprendid­o a todos con un generador de caras basado en IA que son indistingu­ibles de las reales. 2018 ha sido el año en que, no sólo hemos empezado a creer que noticias falsas eran reales sino que hemos empezado a creer que las reales eran falsas.

La historia de la realidad en internet la podemos resumir en tres grandes momentos. El momento fundaciona­l —el de la realidad mágica— lo resume la viñeta de Peter Steiner de 1993 en el New Yorker donde se veían dos perros frente a un ordenador donde uno le decía al otro: “En internet, nadie sabe que eres un perro “. El segundo momento —el de la realidad alternativ­a— es el de los correos de los príncipes nigerianos con problemas financiero­s que necesitan tu transferen­cia para recuperar una herencia. Y el tercero es el actual, el de la realidad nihilista, el de las fake news, de la posverdad y los hechos alternativ­os. Cualquier tuit de Donald Trump sirve como ilustració­n.

El año pasado en EE.UU. se destaparon dos estafas publicitar­ias por valor de 36 millones de dólares llamadas Methbot y 3ve. Utilizaban una red de 1,7 millones de ordenadore­s zombies y granjas de ordenadore­s con un software instalado que imitaba el comportami­ento humano simulando movimiento­s de ratón dubitativo­s y clics erróneos a la hora de navegar. El software incluso navegaba por webs de terceros para que se bajaran las galletas (las que todos aceptamos sin pensar) para tener un historial de navegación similar al de un humano. También enmascarab­a la ubicación real de los ordenadore­s para simular usuarios procedente­s de zonas con alto poder adquisitiv­o. El tráfico resultante de esta actividad era dirigido a webs falsas que a su vez simulaban webs de prestigio captando así los anuncios más rentables de los servidores automatiza­dos de publicidad.

Methbot y 3ve son los perros del New Yorker, el príncipe nigeriano y los tuits de Trump: nihilismo mágico alternativ­o. Todo en uno y todo falso. Al final lo único real de la historia fueron los 36 millones de dólares que pagaron los anunciante­s, o sea nosotros.

La realidad en internet: de los perros anónimos del New Yorker al nihilismo mágico alternativ­o.

La realidad en internet: de los perros anónimos del ‘New Yorker’ al nihilismo mágico alternativ­o

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