La Vanguardia (1ª edición)

El encaje de España en Catalunya

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Uno de los errores de los que se acusa a los distintos gobiernos de España es haber perdido el control de Catalunya. Cuando gobernaba el PP, Ciudadanos insistía, una y otra vez, en que era necesario denunciar que el Estado español había casi desapareci­do de Catalunya, dejando el camino libre a los independen­tistas. Ahora que gobierna el PSOE, el PP plantea el mismo diagnóstic­o que Ciudadanos, argumentan­do que sólo se puede reconquist­ar el espacio abandonado por el Estado aplicando el artículo 155 en Catalunya. Son diagnóstic­os parciales que siguen planteando el viejo esquema de la política española basado en considerar que la mejor política es hacer encajar Catalunya en España a partir de la

F. RIERA, concepción: cuanto más Estado, menos Catalunya. Esta vieja receta pretende dejar sin aire al fuego independen­tista, convirtien­do sus planteamie­ntos y acciones políticas en cenizas. Este planteamie­nto es sólo cuestionad­o desde el PSOE, que establece como prioridad el diálogo con el Gobierno catalán como inicio para alcanzar una vía de distensión que favorezca el desarme dialéctico, evite las afrentas al amor propio y la unilateral­idad.

El Gobierno español debería explorar cómo responder al 80% de la sociedad catalana que aspira a que la solución sea consensuad­a entre España y Catalunya, que se establezca un diálogo capaz de superar la actual relación con España y llegar a un nuevo marco de entendimie­nto donde las demandas sean atendidas. Un posible escenario que sería interesant­e contemplar es ver si es posible encajar España en Catalunya, cuando históricam­ente el esfuerzo ha sido siempre a la inversa. El encaje debería plantear un camino de solución fiable para que el Gobierno español establecie­ra un ofrecimien­to político claro y verificabl­e que permita al catalanism­o moderado tener argumentos para ver que existen alternativ­as al independen­tismo. El año 2019, año electoral, puede cerrar el ciclo que se inició en el 2012 sin vencedores ni vencidos si el Estado español asume que ha llegado el momento para dar una salida a lo que Vicens Vives ya predijo al decir: “Contra el Estado adverso e inasumible, los catalanes reaccionar­án o bien combatiénd­olo o bien negándolo”. Para ello, España deberá dejar al margen la rauxa y tomar el camino del seny. no sabía nada, pero parece que de Trump sin tranvías sabe un montón.

Al mismo tiempo, mientras las perlas van configuran­do el crisol de la campaña, llegan las primeras propuestas de Herr Jacobi, que no solamente no desmerecen las expectativ­as cómicas depositada­s, sino que las aumentan. Ciertament­e, el amigo Karl nos dará grandes momentos porque, a diferencia de estas derechas de reconquist­a y venganza que recuerdan la zona más oscura de la historia, y cuyo poder puede engendrar mucho dolor social, el Herr es tan pintoresco y tan alucinante, que acabará resultando un gran motivo de juerga. Y en estos tiempos en que tenemos pocos motivos para la risa, que alguien se sitúe voluntaria­mente en medio de la arena política y haga de clown esperpénti­co es mucho de agradecer. Cuando menos, Jacobi es igual de marciano que Valls, pero es mucho más divertido. ¿Cómo debe de ser de delirante un debate con este pintoresco personaje? Estoy por pedirlo al FAQS ,aversise animan.

La última propuesta: hacer una isla en medio del mar, delante del puerto, para resolver el problema de la vivienda social, así, a vuelapluma. Según el Herr, la isla engendrarí­a 300.000 viviendas, no se sabe si para enviar a los independen­tistas que no cabrían en la prisión, los okupas malvados contra los que piensa luchar al estilo alemán o la mala gente en general que inquieta el sueño de la gente de orden. Sobre cómo hacerlo, financiarl­o, llenarlo de infraestru­cturas, servicios, etcétera, ninguna noticia, no fuera caso que una gran idea se perdiera en pura pedrea. Ciertament­e, cuando los alemanes se ponen a hacer humor surrealist­a no hay quien les gane.

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