La isla de Herr Jacobi
La fabulosa idea de un alcaldable: construir un espacio sobre el mar barcelonés y edificar en él 300.000 pisos
El armario de redacción de una destacada periodista de La Vanguardia guarda todavía un pequeño tesoro: la documentación de un proyecto que, hace unos años, proponía construir un nuevo Camp Nou con capacidad para 150.000 espectadores en un islote artificial frente a la costa de la ciudad. A ese mismo armario –al archivador de “los prodigios de la ciudad de los prodigios”– podría ir a parar dentro de un tiempo la última idea de Karl Jacobi, alcaldable de Nosotros, Partido de la Regeneración Social, una ocurrencia que, de llevarse a cabo, permitiría acabar de un plumazo con el grave problema de la vivienda en Barcelona y, de paso, incrementaría aproximadamente en un 60% la población de la capital catalana. Jacobi, publicista jubilado afincado en Barcelona desde hace más de treinta años, tiene la fórmula para “recuperar la vivienda social”: levantar una isla en el mar, al estilo de Dubai, donde construir 300.000 pisos.
Herr Jacobi saltó a la fama el año pasado cuando conquistó los corazones de la ultraderecha mediática al increpar, y de qué manera, al presidente del Parlament, Roger Torrent, en un acto celebrado en el Círculo Ecuestre. Allí destiló ya algunas gotas de un pensamiento político que ha ido puliendo –es un decir– y que muestra muchas semejanzas con el de la emergente Vox.
Posteriormente, Jacobi anunció su intención de concurrir a las elecciones municipales del próximo 26 de mayo en una lista en la que deja un hueco para Victoria Álvarez, examante de Jordi Pujol Ferrusola y una de las comensales de La Camarga connection. El empresario alemán quiere instaurar “la ley y el orden” en la ciudad. Y con ese propósito quiere disputarle el sillón a Ada Colau presentándose bajo el paraguas de Nosotros, la formación creada por otro cultivador de perlas de la política, el misógino exconcejal popular en Palafolls, Óscar Bermán, el mismo que un día envió a la alcaldesa de Barcelona a fregar suelos, algo intolerable para el PP... por lo menos para el PP de Rajoy.
La presencia mediática de Jacobi podría aumentar en las próximas semanas. No es difícil imaginarlo en un late show, con público en directo riéndole las gracias, aunque él hable muy, pero que muy en serio. El éxito está garantizado. Tampoco sería extraño verlo recoger un imaginario premio Pich i Pon, en recuerdo de aquel fugaz alcalde de Barcelona que se maravillaba con la “luz genital” o que consideraba que jamás ha existido mayor tirano que el de Bergerac. Por desconocimiento o por confusión fonética, el señor Jacobi protagonizó la semana pasada una piquiponada en toda regla en el programa Versió Rac 1 de Toni Clapés. Preguntado por la conexión del tranvía por la Diagonal entendió que el entrevistador se estaba refiriendo a Trump, el presidente de Estados Unidos, en lugar del Tram. Subsanado el error admitió que del tren ligero no conoce “todos los detalles”. Justo es reconocerle que miente menos –o que disimula peor– que algunos tertulianos multiusos.
El alemán que aspira a derrocar a Colau y a instaurar “la ley y el orden” es una estrella mediática en potencia