El candidato a fiscal general de EE.UU. promete proteger a Mueller
Inquietud por la confluencia entre los planes de Trump y los intereses de Putin
Hay muchas maneras de conseguir un trabajo en Washington pero la que parece haber llevado a William Barr a ser designado fiscal general de Estados Unidos no deja de ser osada: enviar de propia iniciativa un informe al presidente Donald Trump y su entorno con un detallado análisis jurídico sobre el poder presidencial, crítico con la investigación del fiscal especial sobre la trama rusa, Robert Mueller, y la composición de su equipo. El informe de Barr, que ya fue fiscal general con George Bush padre, concuerda y refuerza algunos puntos de vista de la Casa Blanca sobre el tema.
La polémica planeó durante toda la audiencia de confirmación de Barr ayer en el Congreso. “Ahora más que nunca, el país necesita a alguien que defienda la ley y la independencia del Departamento de Justicia y que entienda que debe ser el abogado de los estadounidenses, no de su presidente”, dijo la líder demócrata en la comisión de Asuntos Judiciales del Senado, Dianne Feinstein, que le exigió resistirse a las presiones y proteger el trabajo de Mueller. “Algunas de sus declaraciones pasadas sobre el papel del fiscal general y el poder presidencial son inquietantes”.
Aunque su nombramiento está garantizado, ya que los republicanos mantienen el control del Senado, Barr se empleó a fondo para disipar los temores de los demócratas de que cederá a las presiones de Trump y frenará la investigación de Mueller. “No voy a hacer nada que considere que está mal ni me voy a dejar intimidar”, aseguró con firmeza el candidato, de 68 años. Barr, sin embargo, se mostró más ambiguo al ser preguntado sobre si permitirá que el informe de Mueller sea publicado por completo, indicando que corresponde al Departamento de Justicia redactar una versión no confidencial. “Me comprometo a dar toda la información posible, de acuerdo con la ley”, dijo.
Barr definió a Mueller como “un buen amigo” y recordó que trabajaron juntos en el pasado. “No creo que vaya a hacer ninguna caza de brujas”, dijo cuando un senador demócrata le preguntó si compartía la definición del presidente Donald Trump sobre las pesquisas del fiscal especial. Barr puntualizó que no cree que toda su investigación esté “erróneamente concebida” sino sólo la parte referida a la posible obstrucción de la justicia, iniciada tras el despido por parte de Trump del director del FBI James Comey.
Uno de los puntos que Mueller intenta esclarecer es si hubo algún tipo de coordinación entre la campaña electoral de Trump y Rusia o si, tal y como investigó el FBI, el presidente ha caído bajo la esfera de influencia de Moscú. La confluencia entre algunas ideas de Trump y los intereses de Vladímir Putin han hecho saltar las alarmas en la Administración. El presidente estadounidense, por ejemplo, sigue dando vueltas a la idea de abandonar la OTAN. No es una resolución nueva pero Trump ha seguido hablando de esa posibilidad con sus asesores durante todo el año pasado, según The New York Times.
Después de la salida de las voces menos radicales de la Administración Trump a finales del año pasado –en especial el secretario de Defensa, el general James Mattis, convencido de la utilidad de la OTAN
Trump ha dicho a sus asesores que quiere sacar a EE.UU. de la Alianza Atlántica
para EE.UU., y el jefe de gabinete de Trump, el general John Kelly– en las últimas semanas se han multiplicado las filtraciones a los medios sobre los debates que se libran tras los muros de la Casa Blanca. Informaciones no desmentidas por el ejecutivo que tienen por denominador común la alerta que provocan esas acciones en el aparato de la Administración: las presiones internas para que el presidente reconsiderara su decisión de retirar las tropas de Siria (Mattis acabó dimitiendo), la ocultación de las notas de los intérpretes de las reuniones entre Trump y Putin (lo hizo para evitar que se filtraran, ha defendido una asesora de la Casa Blanca), la petición cursada por John Bolton al Pentágono de opciones militares para atacar a Irán (el trabajo del Consejo Nacional de Seguridad es valorar todas las posibilidades)... “Nunca he trabajado para Rusia”, dijo al fin el presidente el lunes, aconsejado por sus asesores, después de dejar en el aire la cuestión en una entrevista el domingo.
La salida de las voces menos radicales multiplica las filtraciones a los medios