La Vanguardia (1ª edición)

El sistema europeo de control sobre los químicos en los alimentos está saturado

El Tribunal de Cuentas avisa que no hay capacidad para aplicar las inspeccion­es

- JAUME MASDEU

El sistema europeo de control de la presencia de productos químicos en los alimentos es sólido, pero actualment­e está sobrecarga­do, dado que la Comisión Europea y los estados miembros no son capaces de aplicar plenamente los mecanismos previstos. Es la conclusión del informe que el Tribunal de Cuentas de la Unión Europea presentó ayer, después de examinar si la política de seguridad alimentari­a cumplía con sus objetivos de proteger a los ciudadanos europeos. Aunque el sistema debe proteger a los ciudadanos de riesgos físicos, biológicos y químicos, esta auditoría en concreto se concentra en examinar los peligros químicos. “La seguridad alimentari­a es una alta prioridad para la UE; afecta a todos los ciudadanos y está muy relacionad­a con el comercio. Pero el actual sistema de la UE afronta un número de inconsiste­ncias y desafíos”, declaró el autor del informe, Janus Wojciechow­ski.

La conclusión es que el sistema funciona, pero que en su formato actual no da para más; con lo que salen a la superficie sus debilidade­s. “Se exige demasiado de él actualment­e, puesto que los Comisión y los estados miembros no tienen la capacidad para aplicarlo de forma íntegra”, advierte el informe. En concreto, se señalan dos puntos críticos. Por un lado, controles insuficien­tes. En algunos estados, los controles se centran en determinad­os grupos de sustancias químicas con mayor frecuencia que en otros y además, el marco jurídico es tan amplio que “las autoridade­s públicas por sí solas tienen dificultad­es para cumplir todas las responsabi­lidades que se les asignan”.

Además, se advierte también del retraso en los trabajos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentari­a (EFSA), que es la agencia que facilita asesoramie­nto científico. Lo que recomienda­n los auditores es que, para abarcar al conjunto global, se complement­en los sistemas de control público, que se rebelan insuficien­tes, con los del sector privado.

Si esta es una primera debilidad, una segunda es que no se aplican las mismas normas respecto a los residuos de plaguicida­s en alimentos elaborados en la UE que en los importados. En el caso de productos llegados de fuera, se aceptan estos residuos si una evaluación de riesgo muestra que no hay peligro para los consumidor­es. El Tribunal de Cuentas recomienda dotar a todos los alimentos, tanto los producidos en la UE como los importados, de idénticas garantías.

A pesar de destacar estos elementos

“Las autoridade­s públicas tienen problemas para cumplir con las funciones asignadas”

frágiles, la evaluación que hacen los auditores del modelo de seguridad alimentari­a de la UE es muy positiva, destacando que es “está bien fundamenta­do” y que se considera “un referente en todo el mundo”. En concreto, de acuerdo con la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), los ciudadanos europeos gozan de uno de los niveles más altos de seguridad de sus alimentos en todo el mundo.

Los puntos fuertes del sistema son su estructura, que separa la determinac­ión del riesgo de su gestión; la evaluación de la seguridad de las sustancias químicas antes de utilizarla­s en la cadena alimentari­a, y una asignación clara de responsabi­lidad entre el sector privado y las autoridade­s de control públicas. Además, la UE se asegura que los productos importados tienen el mismo nivel de seguridad que los autóctonos.

Por su parte, al conocer el informe, la CE reconoció que quedan desafíos en algunas áreas, como la aplicación de algunas disposicio­nes legales en sectores específico­s y en los sistemas de control de los estados miembros. “Celebro que este informe reconozca que nuestro modelo es respetado internacio­nalmente y yo continuo comprometi­do a seguir mejorándol­o continuame­nte con el objetivo constante de una alta protección de nuestra salud pública”, declaró el comisario de Salud y Seguridad Alimentari­a, Vytenis Andriukait­is.

La auditoría se realizó entre diciembre del 2017 y mayo del 2018, con visitas de los auditores a tres países, Italia, Holanda y Eslovenia), y reuniones con la Dirección General de Salud de la Comisión Europea y de la Agencia de Seguridad Alimentari­a, (EFSA).

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