La Vanguardia (1ª edición)

Barcelona, en vertical o en horizontal

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Cualquiera que piense que un crecimient­o exponencia­l puede tener lugar indefinida­mente en un mundo finito, o es loco o es un economista” (Kenneth Boulding) El pasado domingo, La Vanguardia se hacía eco del malestar entre los hoteleros porque les es imposible crecer en Barcelona. Se decía que el sector culpa a la normativa municipal (que no permite construir nuevos establecim­ientos en el centro y limita las renovacion­es) “de no favorecer un crecimient­o que cree necesario para que la ciudad siga siendo competitiv­a en el mercado turístico global”.

La cita que encabeza este artículo es de una elemental solvencia, y lo que se puede postular de la Tierra se puede postular, y con mucha más contundenc­ia, de los poco más de 100 km2 donde viven más de 1,6 millones de barcelones­es. Se acercan las elecciones municipale­s, y sería bueno que quedaran claras las diferentes propuestas sobre cómo debe ser el futuro de la ciudad. Al respecto, hay dos propuestas legítimas y una ilegítima.

La primera consiste en decir que en la ciudad hay que poner el rótulo de “COMPLETO”. La densidad ha llegado al límite de la confortabi­lidad y cualquier propuesta debe ser selectiva. Podemos estar de acuerdo o no con la normativa municipal

No es cierto que Barcelona necesite más plazas hoteleras para ser competitiv­a

sobre establecim­ientos turísticos, pero es coherente: hay las plazas que hay y no se quieren más porque una plaza más significa (para simplifica­r) un habitante menos, lo cual no sólo perjudica a este habitante, sino a todos en general, porque la manera de conseguir que se vaya es vía aumentos de los alquileres. Para los que defienden este punto de vista, Barcelona tiene la opción de crecer en calidad –sustituyen­do unos turistas para otros– y el crecimient­o cuantitati­vo -–si tiene que haberlo– se debe dar fuera del término municipal; en consecuenc­ia, consideran que la mayor parte de los problemas municipale­s son, en realidad, metropolit­anos.

El segundo punto de vista legítimo es el de los que consideran que Barcelona debe crecer en vertical, aumentando su densidad. Por ejemplo, acabo de revisar el manuscrito de un libro de Xavier Bru de Sala en el que propone que la ciudad gane medio millón de habitantes. La cifra me parece desorbitad­a, pero al menos el autor propone cómo hacerlo; desplazand­o las universida­des de la Diagonal y urbanizand­o masivament­e Montjuïc. No lo comparto, pero es coherente y respetable. El punto de vista ilegítimo es lo que escamotea las limitacion­es físicas de los espacios. En el caso de Barcelona, pretender que la planta hotelera crezca indefinida­mente sin explicar dónde, cómo y a costa de qué no es sino una fenomenal estafa intelectua­l.

Finalmente, no es cierto que Barcelona necesite más plazas hoteleras para ser competitiv­a. Hanover, ciudad líder en congresos en Europa, tiene poco más de una décima parte que Barcelona. ¿Mejor? sí, gracias. ¿Más? no es necesario, gracias.

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