El nuevo capitán América

HACE dos años Donald Trump juró como presidente de Estados Unidos y, aunque a algunos les parezca una eternidad, se encuentra sólo a la mitad de su mandato. Trump se siente orgulloso de que la economía crezca y de que los datos de empleo de su país sean los mejores en cinco años, pero la realidad refleja que el dinero no se ha repartido equitativamente. Y la sociedad estadounidense está más dividida que nunca, como se vio en las elecciones a la Cámara de Representantes, donde los demócratas consiguieron la mayoría.

El presidente no aceptó responsabilidades en la derrota, hasta el punto que se limitó a decir que no habían salido elegidos los que no quisieron fotografiarse a su lado. Eso no es verdad, pero como le dijo una vez a uno de sus colaboradores: “Pero tú crees, Bill, que yo voy comprobando todas las estadísticas que leo”. Trump no necesita conocer los hechos: le basta con adaptarlos a lo que piensa. Sin embargo, el ruido alrededor del personaje a veces impide descubrir logros de su mandato, como cambios regulatorios en educación y en la industria que han sido útiles. Incluso las nuevas relaciones con China son percibidas en positivo por The Economist. Esta publicación advertía que Trump ha tenido la fortuna de no tener ninguna sorpresa que alterara su mandato como las que afrontaron sus predecesores (el 11-S, Afganistán, Irak, la crisis financiera o Siria). Y además una economía en auge le dio pátina de invulnerable. Pero en los dos años que restan deberá afrontar la ralentización de la economía, la imposibilidad de recortar impuestos, las dificultades para levantar su muro y la investigación sobre su vínculo con Rusia.

Trump es un personaje disparatado, impulsivo e impredecible. Cuando se conecta a Twitter puede poner el mundo patas arriba. Ello le ha permitido entrar en el libro Guinness de los récords como el presidente que ha fulminado más colaboradores en menos tiempo.