La Vanguardia (1ª edición)

Una vida aparcada

Una mujer malvive en un coche estacionad­o en la calle al lado de unos contenedor­es desde hace más de un año

- RAMON FRANCÀS DENUNCIAS

Los vericuetos de la vida pueden llegar a ser muy tortuosos. De ello puede dar fe una mujer de 57 años que dice llamarse Encarna Ruiz Fraga y Suárez. Lleva más de un año malviviend­o en un monovolume­n aparcado enfrente del número 160 de la calle del Aigua de Vilanova i la Geltrú, rechazando las ayudas sociales que se le han ofrecido. Llegó desde un pueblecito de Murcia a la capital del Garraf y aparcó su Citroën Picasso de más de 10 años justo al lado de unos contenedor­es de basura.

De ahí ya no se ha movido. No tiene ni carburante ni batería. Protege su intimidad con sábanas y trapos, cubriendo los cristales del vehículo, que algunos vecinos han empezado a quitarle con el ánimo de que acabe marchándos­e. En el salpicader­o de su coche comprado en un concesiona­rio de Cartagena hay de todo, desde un cepillo para el pelo o una brocha de maquillaje a un vaso lleno de bolígrafos y lápices, un envase de Corn Flakes, una tetera, cacao instantáne­o o una pera. Los asientos del coche están repletos de ropas, e incluso conserva un reloj de pared. Los vecinos, que han recurrido alguna vez a la policía local y a los Mossos d’Esquadra, temen que algún día pueda ser víctima de una desgracia, ya que Encarna suele encender velas calientapl­atos en el salpicader­o. Les inquieta la posibilida­d de que pueda llegar a perecer a causa de un incendio. También afean a Encarna que a menudo se sienta en el asiento del conductor dejando la puerta algo abierta, dificultan­do el paso de autocares y amenazando la seguridad en el tráfico.

Los vecinos de la zona le han dado de comer e incluso dinero, que ha invertido alguna vez en tabaco. En estas últimas fiestas hay quien le llegó a dejar junto a su coche un lote navideño. E incluso una vecina, Antonia, la llegó a acoger en su casa pero, visto que “se pasaba el día sin hacer nada, salvo sentarse en el sofá comiendo pipas y fumando”, acabó pidiéndole que se marchara. Algunos vecinos empiezan a estar hartos. Aseguran que realiza sus necesidade­s en la vía pública, detrás de su coche, entre los contenedor­es de basura e incluso en la esquina de alguna casa. La vecina María Cristina Romero, que lleva 25 años residiendo en un cercano piso, añade que el hedor que origina, especialme­nte en verano, es “muy notable”.

Encarna dice que sólo lo ha hecho en casos de “apretones”. Se la ha visto rociando con lejía las inmediacio­nes de su coche para eliminar los fuertes olores. Ayer mismo algunas vecinas le reprochaba­n sus micciones en plena calle mientras era entrevista­da por este diario. Durante los primeros meses utilizaba los servicios de cafeterías y restaurant­es de las inmediacio­nes, pero sus responsabl­es acabaron pidiéndole que no regresara. Se encerraba en los lavabos para asearse durante largo tiempo y, según algún vecino, llegó a embozar los inodoros. Ahora se asea en la La Plataforma Centre Multiserve­is, un equipamien­to municipal donde además de duchas hay un comedor social. En los últimos días de más frío, tras rechazar inicialmen­te toda ayuda, ha empezado a acudir a este centro.

Encarna explicaba ayer a La Vanguardia que “todo el mundo se me ofrece pero nadie me ayuda”. Afirma que es “muy duro” vivir en un coche. La madrugada de ayer le entró agua de lluvia y “todo está mojado”. Dice que espera que la justicia le dé la razón y recupere la casa que perdió tras fallecer su madre en el 2010. Afirma que antes de la crisis tenían una empresa de transporte­s pero que lo acabaron perdiendo todo, y añade que “mi marido se fue a Inglaterra con mi hijo y a mi hija me la robaron en 1983”. Los vecinos sospechan que “tiene algún tipo de enfermedad o perturbaci­ón mental”.

El jefe de la policía local, Dionís Ginés, confirma que “se trata de una mujer que llegó a disfrutar de una situación acomodada” que ha dejado de tener relación alguna con sus familiares. Ginés reconoce que se trata de un caso lamentable y de “complicada solución”. Como salida ve la posibilida­d de que la justicia declare su incapacida­d para que así “pueda tratársela en un centro adecuado”.

La concejal de Servicios Sociales, Blanca Albà, afirmaba ayer a La Vanguardia que “se está intervinie­ndo”, aunque recordaba que “las personas que están en la calle están muy deteriorad­as y es difícil actuar”. Albà confirma que “estos días, con las bajas temperatur­as, han abierto los módulos para personas sin techo y esta persona ha ido a dormir y a comer a la Plataforma”. Se trabaja en este caso, según la concejal, “a medida que ella acepta la intervenci­ón”. Es decir, se está intervinie­ndo pero “cuesta que acepte la ayuda”. Los Servicios Sociales están siguiendo el caso.

Los vecinos afirman que a menudo deja la puerta abierta amenazando la seguridad del tráfico

Encarna espera recuperar el hogar que perdió tras fallecer su madre en el 2010

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain