La Vanguardia (1ª edición)

Son todavía muchos los que se sienten protegidos por palabras como ‘libertad’ o ‘democracia’

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El último libro de Rob Riemen (Para combatir esta era) pone de relieve el pánico que tenemos a nombrar el fascismo, palabra tabú en la política contemporá­nea europea (tenemos extrema derecha, conservadu­rismo radical, populismo..., pero ¿fascismo? De eso no tenemos: ¡vivimos en una democracia!...). El fascismo acecha, pues, disfrazado de palabras como grandeza o libertad. Y da el pego. Pero hay un mecanismo inequívoco que lo delata y es siempre el mismo: el modo como los dirigentes consiguen que el resentimie­nto cuaje en las masas. Esos son los cimientos donde se asienta el fascismo. ¿Qué otra cosa significa que el presidente del PP se atreva a acusar al del Gobierno de “alta traición”, y que añada al día siguiente que Sánchez sigue con Catalunya “la agenda de ETA”, si no es preparar el camino hacia una nueva negra noche e incluso invocar una intervenci­ón militar estilo 23-F? La alta traición y la colaboraci­ón con banda armada están penadas en muchos lugares (y en el imaginario colectivo) con el fusilamien­to: banalizarl­as es preparar las conciencia­s para un hipotético golpe de Estado.

¿Y en el mundo, qué está pasando? Muchos adúltera y financian parte del terrorismo internacio­nal?

¿Y en Catalunya, con los presos? Prima un resentimie­nto feroz frente al deseo de solución del conflicto, frente al deseo y la confianza que deberíamos tener en la aplicación de una justicia justa. Y no es una redundanci­a, recordemos lo que la Reina de Corazones le decía a Alicia sobre la justicia en Alicia a través del espejo: “Ahí lo tienes. Está encerrado en la cárcel, cumpliendo su condena; pero el juicio no empezará hasta el próximo miércoles. Y, por supuesto, el crimen será cometido al final”.

Ese crimen final se está preparando insidiosam­ente y su camuflaje está tan logrado que resulta difícil imaginar cómo combatir su engaño... Aún son demasiados los que creen que palabras como democracia y libertad

los protegen. Y no. El fascismo está asomando sus garras agazapado tras la palabra libertad (Venezuela, Irak...), tras la noción de grandeza patria (España) e incluso (¡y eso sí es el colmo del retorcimie­nto semántico!) en nombre de la propia lucha contra el fascismo (esto último se ha dado especialme­nte en la intenciona­da confusión que generan en Catalunya los líderes del procés).

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