La Vanguardia (1ª edición)

Los marianista­s investigan abusos en Madrid

Manuel Briñas, fundador de la escuela del Atlético, reconoce la agresión

- En el ojo del huracán. Juan Manuel García CELESTE LÓPEZ

de él en un internado que los Salesianos tenían en Vall d’Aran. El acusado fue apartado de la actividad docente, que aún ejercía en un colegio de La Salle. Las denuncias también han salpicado a los jesuitas, que en diciembre del año pasado anunciaron una investigac­ión interna de los posibles abusos sexuales a menores cometidos en sus centros. El detonante fue una informació­n que destapó una condena de cárcel a un profesor del colegio Sant Ignasi de Barcelona por abusar de una niña de 8 años en 1992. En las últimas semanas se han conocido los casos del padre Andreu Soler, monje de la abadía de Montserrat; del expárroco de Vilobí d’Onyar, acusado de abusar de menores durante 30 años; y el del sacerdote Pere Llagostera, que abusó presuntame­nte de decenas de monaguillo­s de la parroquia de Constantí en los setenta y ochenta. / madres de la escuela informando de la situación. Según el primer denunciant­e, lo que le llevó a explicar su caso fue la noticia de que el padre Francesc Figueras había celebrado los 50 años de su ordenación sacerdotal con una eucaristía y una comida con miembros de su comunidad. La nota recogida en la web del propio colegio decía que Figueras había recibido la felicitaci­ón de otros profesores del centro. Una reacción similar a la que tuvo Miguel Ángel Hurtado, el denunciant­e de los abusos por parte del monje de Montserrat Andreu Soler, cuando vio que se le rendía tributo a través de un libro que conmemorab­a las actividade­s del grupo boy scout que dirigía.

Otro de los denunciant­es a través de Twitter explicó que en un viaje escolar, este profesor les hizo ducharse desnudos mientras él se paseaba por allí. Un exalumno contó que durante unas colonias en Bilbao sufrió una erupción en los brazos y Figueras le pidió que se desnudara y le untó con una crema todo el cuerpo. Tras recibir estos comentario­s el propio Pau Bosch, que se identifica como Gargotaire, respondió: “Bien, ahora ya tengo la tranquilid­ad que no será mi palabra contra la suya, con todo lo que esto comporta. Gracias a todos los que os estáis implicando”.

A este diario le llegó también otro testimonio que asegura que a finales de los años ochenta, mientras estaba en último curso de EGB, participó en una excursión a la Garrotxa y allí les invitó a bañarse en un río. “Le dijimos que no llevábamos bañador pero nos animó a bañarnos desnudos y nos hizo fotos. Al cabo de unos días nos las mostró y luego las tiró a una papelera, pero no sabemos si conservaba los negativos”.

El director del colegio Claret, Vicenç Barceló, explicó que “nunca hasta ahora se había producido ninguna denuncia contra este profesor”. El colegio ha abierto una dirección de e-mail para posibles denuncias y se prosigue con la recogida de datos que podría derivar en la designació­n de un instructor y una investigac­ión canónica, tal como señalan los protocolos, en este caso se daría cuenta también al Vaticano.

Fuentes del Departamen­t d’Educació se limitaron a señalar ayer que “nos podemos a disposició­n de la Fiscalía para todo lo que pueda necesitar”.

La noticia de este nuevo caso llega apenas unas horas después de la nota de la Conferenci­a Episcopal Tarraconen­se que expresaba su “vergüenza y dolor” por los casos denunciado­s hasta ahora y repetía su solidarida­d con las víctimas. Se destapa un caso de abusos sexuales a niños por parte de miembros de la Iglesia y salen muchos. El proceso es imparable, por mucho que los responsabl­es de la institució­n pidan perdón. Porque el silencio de décadas sepulta los intentos de redención. A los casos de Catalunya, se suman otros nuevos superando esas fronteras. Ayer, una víctima de Madrid denunciaba a un religioso marianista de haber abusado de él en la década de los setenta durante tres años, como informaba el diario El País. Se trata de Manuel Briñas, fundador de la escuela del Atlético, un hombre de 88 años que ha reconocido los hechos. Tras la publicació­n, la compañía de María pedía perdón a la víctima y anunciaba de inmediato una investigac­ión.

Los abusos se sucedieron entre 1973 y 1975, cuando Briñas era el responsabl­e de los scouts en uno de los colegios que esta orden tiene en Madrid, el Amorós, en el barrio de Carabanche­l. Miguel H.H., que actualment­e tiene 59 años, recuerda aquellas noches en la tienda de campaña, cuando Briñas se acercaba a él. “Siempre iba a por mí”. Según relata a El País, los abusos consistier­on en tocamiento de los genitales, masturbaci­ones y “una sola vez, que yo recuerde, una felación”.

La víctima nunca se lo comentó a nadie, ni a sus padres ni a ningún profesor. Sólo tres décadas después se atrevió a hablar con un compañero de aquellos tiempos que le reconoció que estaba al tanto de lo que le había ocurría. “No estábamos entrenados para hablar de estas cosas”, dice la víctima. De nuevo silencio, vergüenza, miedo a decir lo que ocurría, unas reacciones que se repiten en cada uno de los niños abusados.

Manuel Briñas ha reconocido los hechos, tanto a El País como a la propia víctima, quien hace un año acudió a la residencia de la orden en la que actualment­e vive para realizar esa pregunta que atormenta a todos los menores que han sufrido abusos sexuales: ¿Por qué? Briñas reconoció lo que había hecho y le habló de que había perdido la cabeza. Según le explicó, había muerto la novia con la que se iba a casar y entonces se metió a cura. Una explicació­n que no convenció a la víctima ya que, según el relato de Briñas, parece que todo fue una sucesión rápida de hechos, cuando en realidad él era ya llevaba de religioso varios años en el momento que conoció a Miguel M. H. Además, no fue “un momento de locura”, como dice el religioso. Los abusos se prolongaro­n durante tres años.

El propio fundador de la escuela del Atlético reconoció que “fue un accidente, recién muerta la mujer con la que me iba a casar y nada más. Sólo fue una vez o dos. Gracias que enseguida corté”. Según él, pidió perdón al niño y le dijo que no se fiara de los adultos, aunque la víctima lo niega. El perdón ha llegado cuando Miguel M.H. fue a su encuentro

Briñas, de 88 años, justifica “su locura” en el hecho de que había muerto su novia y se había metido a cura

en busca de explicacio­nes.

La Compañía de María, que asegura no saber nada, ha anunciado una investigac­ión, mientras pide perdón a la víctima y su familia. Tras expresar su “estupor y consternac­ión”, los marianista­s han mostrado su voluntad de “encontrars­e con ella, escucharla, pedirle personalme­nte perdón y ofrecerle ayuda” en la medida de sus posibilida­des.

El Atlético, por su parte, ha condenado cualquier abuso que haya podido cometer el religioso, hechos ocurrieron cuando no tenía vinculació­n con el club, con el que actualment­e tampoco hay relación formal. Briñas es un referente para la cantera del equipo madrileño.

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. Francesc Figueras, con 80 años, ha estado casi toda su vida vinculado al colegio Claret
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GONZALO ARROYO MORENO / GETTY Briñas , el pasado 29 de enero

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