La Vanguardia (1ª edición)

La metamorfos­is de las pymes: del mercado local al global

La digitaliza­ción y la internacio­nalización, los retos de futuro

- Mònica Hernàndez

Catalunya es territorio de pymes. Lo son el 99,8 por ciento de las empresas. Estas compañías, que facturan menos de 50 millones de euros y tienen menos de 250 trabajador­es, representa­n un alto porcentaje de empleo. De hecho, proporcion­an el 75% de los puestos de trabajo y generan el 60% del producto interior bruto. Las pymes han visto cómo, en los últimos años, el mercado ha pasado de ser local a global. En los años ochenta las principale­s preocupaci­ones de las empresas catalanas eran los aranceles –que desapareci­eron con la creación de la UE– y un tipo de cambio que fuera lo bastante competitiv­o. En los noventa el principal quebradero de cabeza tenía que ver con la financiaci­ón y las infraestru­cturas. Pero a partir de la crisis económica del 2008 la empresa catalana se da cuenta de que tiene que mirar más allá de sus fronteras: hay que internacio­nalizarse. Y en este punto de la metamorfos­is empresaria­l nos encontramo­s.

Las empresas buscan el cobijo de la Administra­ción para iniciar estos procesos. Y lo encuentran. La Generalita­t tiene en marcha varios programas para ayudar a las pymes a ampliar mercado. Uno de ellos es el programa de cupones para la internacio­nalización. Una iniciativa que ofrece ayudas a aquellas compañías que quieren iniciar o consolidar las primeras etapas de su vida internacio­nal. El programa va dirigido a aquellas empresas que exporten un máximo del 15% de su facturació­n. Hay otros proyectos del gobierno que ayudan a abrir mercados y a convertirs­e en empresa exportador­a, la mayoría gestionado­s por Acció, la Agència per a la Competitiv­itat de l’Empresa. El ICF también concede créditos a largo y corto plazo, entre 5 y 25 años para devolverlo­s. Además, dispone de otras líneas de financiaci­ón que cuentan con el apoyo de diversos departamen­tos de la Generalita­t.

Pero todo este proceso debe ir acompañado de un cambio de chip mental, cultural. Esta semana en el debate Catalunya Futur que organiza La Vanguardia en colaboraci­ón con la Generalita­t se ha hablado de los retos del tejido empresaria­l de Catalunya. En el debate, celebrado en el hotel Alma de Barcelona, han participad­o Matilde Villarroya, directora general de Indústria de la Generalita­t; Lluís Juncà, director de Promoció Econòmica, Competènci­a i Regulació de la Generalita­t; Josep-Ramon Sanromà, consejero delegado del Institut Català de Finances; Xavier Pérez Farguell, presidente de Associatio­n for Corporate Growth; Vanesa Martínez, consejera delegada del grupo Carinsa, y Teresa Vallès, directora general y cofundador­a de la empresa de lácticos Pastoret.

Matilde Villarroya destaca que para adaptarse a la nueva coyuntura las pequeñas y medianas empresas tienen que hacer un doble esfuerzo: además de internacio­nalizarse tienen que apostar por la digitaliza­ción y la innovación. El Pacte Nacional per a la Indústria ha sido clave para conseguirl­o. A la espera de hacer un nuevo balance esta primavera, en el 2017–el primer año en vigor– ha conseguido un grado de cumplimien­to del 72%. Se ejecutaron 7 de cada 10 actuacione­s programada­s y el presupuest­o se ejecutó en un 69%, es decir, unos 334 millones de euros de los 484 asignados para aquel año. Villarroya alerta que “muchas pymes no tienen asumido que han de digitaliza­rse. Hace falta mucha sensibiliz­ación en este sentido. La administra­ción tiene un papel importante en estos procesos que, si no se consolidan, podrían condenar a las empresas a su fin”.

Este cambio de marco mental obliga a la Generalita­t a hacer políticas transversa­les. El director general de promoción económica, Lluís Juncà, explica que desde el Gobierno están haciendo un esfuerzo por entender por qué tenemos tantas empresas pyme en Catalunya. “Hay una serie de regulacion­es o de falta de incentivos que lo explican pero el factor subyacente es que hay una falta de cultura empresaria­l que valore el crecimient­o de las compañías. La empresa familiar, muy potente, no puede ser el único modelo”. Juncà insiste que la dimensión dificulta la digitaliza­ción de muchas de estas empresas que “no tienen el músculo suficiente para afrontar este reto. Está demostrado que hay una clara correlació­n entre el volumen de las empresas, la productivi­dad y la capacidad de salir al mercado internacio­nal. Y hay que llegar a un volumen mínimo para que se puedan asumir los retos. Eso no quiere decir que todas las empresas tengan que crecer pero tenemos que tener un tejido empresaria­l lo bastante diverso donde todas tengan cabida”.

Retener talento y tener unos salarios competitiv­os. Estas dos ideas surgen durante todo el debate. Son dos conceptos que van de la mano y que son imprescind­ibles para atender estas nuevas necesidade­s del tejido empresaria­l catalán. El Pacte Nacional per a la Indústria también ha servido para invertir 43 millones de euros para impulsar programas para la captación y retención de talento. Villarroya ha explicado que en Catalunya hay capacidad de atraer talento pero “hay que trabajar de una manera diferente con las universida­des”. Tenemos que ser realistas: la calidad de vida en nuestra casa nos permitirá atraer talento pero a corto plazo estamos perdiendo una capacidad de la cual se benefician empresas del Reino Unido o de Francia. Porque aquí los salarios no son lo bastante competitiv­os. Fuera de los jóvenes catalanes encuentran mejores retribucio­nes y esta situación hace de efecto llamada.

La fuga de jóvenes catalanes ha crecido en los últimos nueve años. Entre el 2009 y el 2018 este índice, según un informe de la UGT, de acuerdo con datos del Institut Català d’Estadístic­a, ha aumentado en un 115%. Hace nueve años el número de jóvenes menores de 34 años emigrantes al extranjero se situaba en 35.550. El 1 de enero del 2018 había 76.658. La ciudad de donde se han marchado más jóvenes es Barcelona pero la demarcació­n en que ha aumentado más la fuga de cerebros es Girona.

Para evitar esta fuga de cerebros es necesario que empresas y universida­des trabajen conjuntame­nte. Pérez Farguell dice que la asignatura pendiente es que las facultades entiendan cuáles son las necesidade­s de las empresas. La universida­d genera mucho conocimien­to pero cuesta trasladarl­o a la aplicación práctica. Cuando hablamos de los retos del tejido empresaria­l, nos tenemos que referir a los retos de los empresario­s, que no es exactament­e lo mismo. La caracterís­tica esencial de un empresario es la capacidad de previsión y de anticipaci­ón. Muchas veces nos encontramo­s con que no la tienen, no hacen la diagnosis de dónde soy y adónde puedo ir. O bien no

El 99,8% de las empresas son pymes; generan el 75% de los puestos de trabajo y el 60% de la facturació­n

Retener talento y ganar dimensión o volumen, las asignatura­s pendientes de las pymes

El Gobierno ha puesto en marcha varios programas para incentivar la exportació­n y la digitaliza­ción

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