Un niño contra el mundo
Cafarnaúm
Dirección: Nadine Labaki Intérpretes: Zain Al Rafeea, Yordanos Shiferaw, Boluwatife Treasure Bankole Producción: Líbano y Francia, 2018. Duración: 121 m. Drama Actriz libanesa que en el 2007 debutó en la dirección con la muy premiada Caramel, película sobre mujeres ansiosas por escapar del encierro cultural y religioso a que se ven sometidas, Nadine Labaki retoma en Cafarnaúm un retrato social entre el documental y el inolvidable cine neorrealista italiano que marcó toda una época. Su filmación de esta película empezó muy poco tiempo después de que la realizadora tuviera su segunda hija y por ello ha explicado: “Entre toma y toma tenía que volver a casa para amamantar a la recién nacida, y aunque apenas podía dormir, una fuerza inexplicable se apoderó de mí durante todo el rodaje, que no fue precisamente fácil”. También aclara el significado del título: capharnaüm es una palabra francesa que significa leonera, desorden, caos…”. El gran protagonista de Cafarnaúm es precisamente un niño de 12 años, Zain (maravilloso Zain Al Rafeea, en su debut ante la cámara), condenado a la pobreza y a buscarse la vida como pueda. En un diálogo puede escucharse que “son niños arrojados brutalmente a la edad adulta”. Este chico decidirá demandar a sus progenitores por haberlo traído a un mundo tan injusto. Asidua competidora en el Festival de Cannes, donde en el 2011 ya fue premiado su anterior largometraje titulado ¿Y ahora adónde vamos?, Labaki obtuvo varios galardones en la última edición del certamen y además Cafarnaúm es candidata a los Oscar, en el apartado de mejor película de habla no inglesa. Como muy acertadamente ha escrito Mónica Jordan en la revista Imágenes: “La película fue acusada de pornomiseria por unos y alabada en su denuncia de las injusticias sociales por otros”.
Nadine Labaki ha conseguido extraer lo mejor de un grupo de actores debutantes. Ellos transmiten una tremenda veracidad a esta película que radiografía de manera inapelable las descomunales desigualdades sociales que albergan las grandes ciudades. Especialmente en el caso de los niños, arrojados brutalmente a la edad adulta para intentar subsistir en un mundo que parece cerrarles todas sus puertas, sumergiéndolos en la pobreza más injusta y devastadora.