La Vanguardia (1ª edición)

Divisiones europeas

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Apuntábamo­s ayer que la marea de populismo difícilmen­te iba a contenerse sin modificaci­ones substancia­les en la redistribu­ción del ingreso y la riqueza. Y cómo, si no somos capaces de articularl­as, el futuro de la UE está en cuestión, como muestran hoy ya los choques Francia-Italia. En los últimos meses, éstos abrazan desde apoyos a facciones opuestas en Libia a expulsione­s francesas de emigrantes procedente­s de Italia. Pero los recientes desencuent­ros son más graves. Así, Salvini ha acusado a Francia de la ola de emigración subsaharia­na que inunda Italia. ¿El responsabl­e? El bajo crecimient­o económico al que obliga el Tesoro francés manteniend­o un elevado tipo de cambio del franco CFA, la divisa de numerosos países africanos. También, el apoyo de Di Maio a los líderes de los Gillete Jaunes no es precisamen­te amistoso con Macron. La respuesta francesa, llamando a consultas a su embajador en Roma, refleja tensiones jamás vistas. Tampoco augura nada bueno el impacto de la extrema derecha europea: el último episodio de su creciente influencia se observa hoy en Alemania, donde el nuevo liderato de Annegret KrampKarre­nbauer en la CDU endurece la política migratoria defendida por Merkel.

Pero no todo son malas noticias. En el otro lado del espectro político alemán, el socialdemó­crata SPD ha emprendido un parcial retorno a los orígenes. Según la

El debate de una nueva distribuci­ón de la renta y la riqueza está aquí para quedarse

nueva líder socialista Andrea Nahler, hay que reemplazar parcialmen­te la Agenda 2020 de Gerhard Schröder, y sustituir la visión según la cual se abusa del Estado del bienestar por otra en la que primen las necesidade­s de los que precisan ayuda. En suma, un notable rechazo de las reformas laborales de los primeros 2000 (las conocidas como Hartz IV).

Este viraje a la izquierda del SPD recuerda algo al efectuado por el Labour británico de Jeremy Corbin, aunque ambos partidos estén lejos de presentar programas socioeconó­micos parecidos. Pero tanto en un caso como en otro, estos cambios responden a las exigencias de caída del bienestar, deterioro de servicios públicos, creciente angustia por el futuro y desencanto de partes substancia­les de sus antiguos electores. Si quieren visualizar lo que ha pasado en las últimas décadas y cómo hemos llegado hasta aquí, les recomiendo el volumen de Robert Kuttner, Can democracy survive global capitalism? (2018). En él, presenta los problemas creados, para los partidos de centro-izquierda y la estabilida­d de nuestras sociedades, por la tercera vía de Clinton, Blair y Schröder. Y aboga por el retorno a la redistribu­ción de los años sesenta, tanto en Europa como en EE.UU.

Para bien, o para mal, el debate de una nueva distribuci­ón de la renta y la riqueza está aquí para quedarse. Porque las causas de la desigualda­d y el deterioro de las expectativ­as sobre el futuro no desaparece­rán. Ahora que se acercan elecciones en España, sería deseable que los partidos que se presentan nos dijeran lo que piensan acerca de ello. ¿No les parece?

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