La Vanguardia (1ª edición)

El naufragio de la economía marca las presidenci­ales de hoy en Nigeria

El presidente Muhammadu Buhari y su principal rival, Atiku Abubakar, favoritos

- XAVIER ALDEKOA

El gigante de África decide su futuro. Nigeria, el país más poblado del continente con 190 millones de habitantes, celebra hoy elecciones presidenci­ales para decidir si renueva la confianza en Muhammadu Buhari o le hace pagar el incumplimi­ento de sus promesas y sus largas ausencias para tratarse de una enfermedad.

En el 2015, el exmilitar venció en unas elecciones históricas –por primera vez perdió quien ostentaba el poder y hubo un traspaso de poder pacífico– con tres grandes promesas: derrotar al grupo yihadista Boko Haram, acabar con la corrupción y reavivar la economía.

Según sus críticos, el político, de 76 años, no ha logrado ninguna. La banda fundamenta­lista continúa su deriva asesina en el noreste, con más de un centenar de muertos desde principios de año, la lucha anticorrup­ción se usa como arma arrojadiza contra la oposición y la economía naufraga por la caída del precio del petróleo. La carrera por el sillón presidenci­al será ajustada. Aunque se presentan 73 candidatos, el único rival real para Buhari es otro septuagena­rio, Atiku Abubakar, exvicepres­idente y hombre de negocios millonario.

Según Sarah Anyanwu, economista de la Universida­d de Abuja, la llave de la victoria estará en el bolsillo. “Ambos candidatos prometen acabar con la pobreza y el desempleo; quien transmita mayor credibilid­ad en esas dos cuestiones tiene muchas posibilida­des de ganar, porque afectan a muchos de los votantes”. Es literal. Según el World Poverty Clock, Nigeria ha superado a la India como el país con mayor número de habitantes en pobreza extrema: 87 millones de nigerianos pobres frente a 73 en la India. Y el horizonte anuncia nubarrones. Según datos del Gobierno, el 55,4% de los jóvenes están desemplead­os o tienen empleos informales de menos de 20 horas semanales.

A tenor de la igualdad en los sondeos entre Buhari y Abubakar, no se descarta que se produzca por primera vez una segunda vuelta, ya que el vencedor debe lograr una mayoría nacional pero también al menos un 25% de los votos en dos tercios de los estados. El empate técnico a priori hace arrugar la frente a los grupos civiles, que recuerdan la violencia postelecto­ral del 2011, con más de 800 muertos.

Para John Campbell, analista del Council on Foreign Relations, como los dos favoritos son del norte, de la misma religión y del mismo grupo étnico, “hay menos posibilida­des de que los disturbios tras los resultados se transforme­n en un conflicto sectario como en el pasado”.

La clave será la limpieza de los comicios y la reacción del perdedor en un país con demasiados frentes violentos. Además de la pesadilla de Boko Haram, el delta

El gigante africano supera a India como el país con más habitantes en pobreza extrema: 87 millones

Lago del Níger ha sufrido un rebrote de la violencia y en el centro del país se han producido choques entre ganaderos nómadas y agricultor­es con miles de fallecidos.

El hecho de que los candidatos presidenci­ales firmaran esta semana un “acuerdo de paz” con el compromiso de aceptar los resultados y que los dos favoritos lleven como segundo a un político cristiano del sur –el norte es mayoritari­amente musulmán y el sur es principalm­ente cristiano y animista– son argumentos para el optimismo.

La vitalidad de la juventud es otro. Además de la gran riqueza cultural del país –la industria de cine Nollywood es la segunda del mundo en producción de películas–, las nuevas generacion­es se han aliado con la tecnología para rendir cuentas al poder. Oriyomi Ogunwale, líder de Eduplana, una organizaci­ón que aboga por una educación de calidad, apunta al cansancio de los jóvenes por las promesas rotas. “Tanto Buhari como Abubakar dicen que la educación es primordial, pero luego no concretan. Si queremos que Nigeria avance, la sociedad debe exigir soluciones en el sector educativo, porque tenemos un problema”.

Según Unicef, más de 10 millones de niños nigerianos no van a la escuela, casi el 70% en el norte.

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YASUYOSHI CHIBA / AFP Un joven carga urnas en una oficina de la comisión electoral de Nigeria en Port Harcourt, en el sur del país

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