La Vanguardia (1ª edición)

Y Catalunya seguirá ahí

- Ximo Puig Pablo Iglesias, Oriol Junqueras,

ro para Unidos Podemos– y riesgo de desmoviliz­ación electoral por caer en Domingo de Ramos. Barones y alcaldes imploraban que no se hiciesen coincidir con la convocator­ia del 26 de mayo, para poder mantener el foco en los asuntos locales y regionales. Finalmente, el 28 de abril, con la Semana Santa de por medio.

El Estrella Azul no consiguió llenar Colón con toda la gente que imaginaba, pero la bronca del “relator” le ha permitido al Partido Popular tapar unos cuantos asuntos incómodos durante las dos últimas semanas, así en Madrid como en València. Casado, que no es una persona de carácter radical, sabe que el manual Trump que le están aconsejand­o sus asesores puede apartarle de la España templada. ¿No hay otra manera de frenar a Vox?

Rivera busca cómo salir de Colón y ya sugiere un pacto postelecto­ral con el PSOE, sin Sánchez. “Aló, Felipe González...” Maniobras orquestale­s para el Gran Centro. que adivinó en diciembre la agonía de mayo y convocó primarias en Podemos, tendrá que emplearse a fondo para remontar. El desmayo de Podemos podría dejar al PSOE aislado en abril. Aislado o en la retícula del Gran Centro. “Aló, Felipe González...”. Los resultados de Unidos Podemos y Vox serán claves en abril.

en el corazón de todos los independen­tistas después de su declaració­n ante el Supremo. Ventaja para ERC. El gen convergent­e en graves apuros. El PNV aspira a un gran resultado ante la fronda anticupo de Ciudadanos y Vox. Mucho voto conservado­r españolist­a y foral llamará a la puerta de Sabin Etxea. Atención a los resultados en el País Vasco y Navarra. Atención a los resultados en Catalunya. Atención a los resultados en la Comunidad Valenciana, donde

medita la posibilida­d de adelantar las autonómica­s al 28 de abril. Atención al Senado.

El Gobierno aprobó ayer la exhumación de los restos del general Franco. El prior del Valle de los Caídos va a levantar una barricada. España se suma al cacao europeo con desgarro y chirigota. Entre Valle-Inclán y el baloncesto yugoslavo. Susana Díaz intentó pasar de puntillas por el conflicto catalán durante la campaña de las andaluzas, mientras el PP, Ciudadanos y Vox explotaban los sentimient­os más hostiles al independen­tismo. Y así le fue. Pedro Sánchez no va a seguir sus pasos. Al contrario. El aún presidente del Gobierno va a utilizar también la cuestión catalana en su campaña con el siguiente mensaje: una pinza entre la derecha y el independen­tismo bloquea España y sus posibilida­des de progreso.

Cuando la ola es más grande de lo asimilable, lo mejor es tratar de surfearla, no atravesarl­a. Así que Pedro Sánchez intentará convencer a todos aquellos que están cansados de enfrentami­entos territoria­les y desean un cierto apaciguami­ento. El líder del PSOE empezó ayer a lanzar esa consigna al apostar por el diálogo como “el camino para resolver nuestras desavenenc­ias y la crisis territoria­l que sufre nuestro país. Para eso me pagan los españoles, para resolver los problemas”. Y, por otro lado, tratará de azuzar el miedo a una derecha condiciona­da por Vox. “La campaña está hecha”, repiten esperanzad­os los socialista­s.

Durante los primeros meses de su breve mandato, Sánchez se dedicó a recabar el voto fugado hacia Podemos. El momento cumbre fue el pacto de los presupuest­os y la foto con Pablo Iglesias en la Moncloa. El mensaje subliminal era algo así como “si queréis el programa social de Podemos, ya lo aplico yo”. Es una ironía que, cuando más útil ha sido el voto a la formación morada, pierda cancha entre los suyos. Y que cuando Iglesias adopta la estrategia que tanto pregonó Íñigo Errejón, ésta no resulte efectiva en términos electorale­s.

En los últimos tiempos, Sánchez consideró que el flujo desde las filas de Podemos –el PSOE calcula que cerca de un millón de votos– se había estancado, por lo que puso en marcha la estrategia para pasar el rastrillo por el centro, en detrimento de Ciudadanos. La visita de Sánchez a Davos, por ejemplo, era un gesto en esa dirección. La posición sobre Venezuela también. La foto del domingo pasado de Albert Rivera junto al líder de Vox, Santiago Abascal, le ha puesto las cosas aún más fáciles en este flanco.

Así ve la sala de máquinas socialista esta campaña que, de hecho, acaba de comenzar, aunque desde el primer día en la Moncloa, el presidente ha actuado pensando en las generales. Pero una cosa es la campaña y otra las posibles alianzas del día después. Todas las encuestas coinciden ceñir las opciones para Sánchez a dos: repetir la experienci­a con Podemos y el independen­tismo o bien apoyarse en Ciudadanos. Salvo que sumen el PP, Cs y Vox, claro.

Un posible pacto entre Sánchez y Rivera es el favorito en buena parte del PSOE, pero las relaciones personales entre ambos líderes están bajo mínimos. Además, Ciudadanos está poniendo como condición que Sánchez abandone el liderazgo socialista, lo que podría complicar mucho esa posibilida­d.

Para los partidos independen­tistas, el único escenario favorable es que se repita la coyuntura de la moción de censura. Esquerra es el que tiene un plan más definido, que pasa por lograr un buen resultado en estas generales, arrinconar al PDECat y convertirs­e en el primer interlocut­or catalán para Sánchez si el socialista tuviera que reeditar la misma alianza

El PP habría preferido el 26 de mayo, para aprovechar el empuje de su máquina local

El Gobierno aprueba la exhumación de Franco; en los Caídos se prepara barricada

A diferencia de Susana Díaz, Sánchez sí introducir­á el conflicto catalán en la campaña electoral

con la que ha gobernado hasta ahora. Pero será muy difícil que, en ese caso, los independen­tistas estén dispuestos a darle otro cheque en blanco para la investidur­a y habrá que ver qué reclamarán a cambio. Sánchez volvería entonces a topar con la misma tesitura en la que estaba hace unos días con el presupuest­o. Su única baza sería contar con una mayoría superior a la que tiene ahora.

Adelantar las elecciones siempre es un riesgo para un gobernante. Hay que estar muy convencido de que se saldrá mejor parado del envite que de agotar el mandato. De lo que sí puede estar seguro Sánchez o quien llegue a la Moncloa es que el 28-A, por la noche, el conflicto catalán que ya ha contribuid­o a desbancar a dos gobiernos, seguirá ahí.

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CHEMA MOYA / EFE Pedro Sánchez, en la rueda de prensa, ayer
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