La Vanguardia (1ª edición)

¿Cómodos, sinceros, enfadados...?

Análisis de la comunicaci­ón no verbal, gesto a gesto, de Junqueras y Forn en sus declaracio­nes en el juicio del 1-O

- SILVIA HINOJOSA Implicació­n. Cautela. Confianza.

¿Qué transmite alguien que cruza las manos sobre la mesa mientras habla? ¿Y si se toca el pelo, abre los brazos, levanta el índice, blande sus gafas...? Sentados frente al tribunal que les juzga por su participac­ión en el 1-O, el exvicepres­ident Oriol Junqueras y el exconselle­r Joaquim Forn desplegaro­n el jueves un repertorio de gestos, entre los que se encuentran los citados. Pero hay muchos más. Basta observarle­s. La gestualida­d –o su ausencia– aporta una informació­n que complement­a las palabras, especialme­nte en personas de carácter extroverti­do, como los políticos. ¿Estaban convencido­s de lo que decían, en qué momento mostraron incomodida­d, mintieron...?

A la pregunta de si eran sinceros, responde sin dudar el experto en comunicaci­ón no verbal José Luis Martín Ovejero. “No he detectado ningún gesto de engaño en ninguno de los dos. Les vi en determinad­os momentos más o menos seguros o más o menos cautelosos, pero hay muchísimos gestos que pueden indicar que alguien está mintiendo y no los veo”, subraya.

En el momento en que Junqueras expresa su “amor a España” se señala a sí mismo. Es un gesto de implicació­n personal. “Si no te lo crees no te señalas”, valora Martín Ovejero. Aunque detecta “un microgesto clarísimo de enfado, con las cejas curvadas”, cuando subraya que lo ha dicho “muchas veces”. En algunas personas indica que no siente lo que dice, pero puede deberse, señala, a que le molesta que se ponga en duda su sentimient­o y tenga que subrayarlo.

Junqueras solo respondió a las preguntas de su abogado, pero empezó su intervenci­ón con las manos entrelazad­as y apoyadas sobre la mesa, mientras se acariciaba los pulgares. Hablaba de su etapa de profesor, nada comprometi­do, pero ese gesto denota contención, y frotarse los pulgares es apaciguado­r, autocalman­te. “Un tribunal es un territorio hostil para cualquiera, estaban nerviosos y de ahí ese tipo de gestos, que también hace Forn”, subraya Martín Ovejero.

Según su análisis, el exvicepres­idente se muestra relajado, con movimiento­s expansivos, abriendo los brazos, en los momentos en que su mensaje es político. “Se le ve más seguro, más expresivo, los gestos de sus manos ilustran y enfatizan con claridad sus palabras, lo que refuerza su mensaje”, apunta. Por ejemplo, cuando defiende que la Generalita­t ha buscado el diálogo pero “la silla de enfrente siempre está vacía”, o al remachar que “votar no es delito”.

Sin embargo, cuando se refiere a los hechos que le han llevado al juicio, “su lenguaje y su gestualida­d se hace menos fluidos, se agarra las manos y es menos expansivo, su mente parece exigir un esfuerzo extra para elaborar las respuestas. Sabe que pueden tener una incidencia mayor”.

Tanto en el caso de Junqueras como de Forn se observan diversos gestos apaciguado­res. Sirven para descargar tensión. Apoyar el puño en la pierna, frotarse la pierna, tocarse el pelo son habituales, aunque cada persona tiene los suyos, apunta este experto. “Lo que más nos relaja es el contacto físico, para consolar a alguien le damos un abrazo, y si no tenemos a nadie nos lo damos nosotros”, sostiene.

Joaquim Forn empezó su declaració­n no con las manos cruzadas como Junqueras sino agarrado al bolígrafo con las dos manos. Pero ambos gestos indican lo mismo. “Si te agarras a algo, buscas protección”, interpreta Martín Ovejero, que ve una gran diferencia en términos de lenguaje físico en las respuestas del exconselle­r de Interior a la parte acusatoria y a su abogado.

“Cuando Forn contesta al fiscal se ven las emociones de indignació­n,

“En las declaracio­nes de ambos se observan diversos gestos apaciguado­res”, apunta Martín Ovejero

sube la voz, hace movimiento­s arriba y abajo con la mano o con las gafas. Aferrado a sus gafas se siente más protegido, y cuando habla con su abogado las deja plegadas en la mesa”, señala. Hay más gestos de seguridad, en el interrogat­orio de su defensor. “Se lleva la mano a la cintura, indica dominio”. Las personas dominantes necesitan expandirse, conquistar espacio. Un gesto típico son las manos en las caderas, que estando sentado se simplifica a un solo brazo.

Y un último apunte. Martín Ovejero sugiere no valorar en políticos, el mostrar las palmas de las manos. “Indica sinceridad, pero puede ser aprendido”. Ese gesto, y el de no cruzar los brazos para no parecer a la defensiva, están en el manual de todos los asesores.

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Señalarse a uno mismo, como Junqueras al decir “amo a España”, implica que quien habla cree lo que dice
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La gestualida­d contenida, a veces congelada, indica que el cerebro se concentra en el mensaje verbal, es más cauteloso
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Los gestos expansivos indican seguridad, se busca conquistar el espacio; la mano en la cintura muestra dominio
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