La Vanguardia (1ª edición)

La guardiana de la imagen de España

- JUAN CARLOS MERINO

La periodista, escritora y política Irene Lozano (Madrid, 1971) descubrió pronto las paradojas de la vida y la política. Por ejemplo, en la urbanizaci­ón Delta, en Majadahond­a, donde se crió. La misma donde vivió el poeta Blas de Otero, habitada por militantes de izquierdas y sindicalis­tas, en plena transición. “La urbanizaci­ón de los rojos”, lo llamaban. En cambio, cuando llegó a la Complutens­e, donde se licenció en Lingüístic­a, sus compañeros, cuando les decía que vivía en Majadahond­a, replicaban: “Ah, el pueblo de los pijos”. “¿En qué quedamos?”, sonríe ahora, en el despacho que ocupa desde octubre como secretaria de Estado de la España Global, dependient­e del Ministerio de Exteriores de Josep Borrell. Otro vecino, por cierto, de Majadahond­a.

La política ya se mascaba en casa. Es nieta de un maestro republican­o afiliado a la UGT, que pasó siete años en la cárcel tras la guerra sin saber ni de qué se le acusaba, y que durante un permiso huyó a Barcelona y allí vivió con nombre falso. Su madre aún habla catalán. Y ella se recuerda a hombros de su padre, en una manifestac­ión contra Pinochet.

Levantó pronto el vuelo, vivió en Inglaterra, se diplomó en Filosofía en Londres. Luego empezó a publicar, novelas, ensayos, y acabó de periodista, redactora primero –cubrió viajes internacio­nales de Aznar–, columnista después. “Siempre había querido escribir, desde que tengo uso de razón”. Todo empezó cuando, con apenas 9 años, ganó en el colegio un concurso de redacción. “Parece una tontería, pero me marcó”. Con 12 o 13 años escribía sus diarios. “¡Los tengo que quemar! Porque si algún día caen en manos de alguien...”, bromea. Cuando creció, llegó a una conclusión: “La manera de escribir y de comer era el periodismo”. Y tras años de periodismo, saltó a la política.

Primero con Rosa Díez, líder de Unión Progreso y Democracia (UPyD), y ahora de nuevo junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ambos la ficharon, otra paradoja, como número 4 en la lista electoral por Madrid, con UPyD en las generales del 2011 y con el PSOE en las del 2016. Y con ambos colaboró en sus libros: en el 2011, reconvirti­ó el blog de Díez en Es lo que hay (Debate); ahora pulió el libro de Sánchez que llegará a las librerías el próximo martes, Manual de resistenci­a (Península), y que se promociona como el primer título que publica un presidente del Gobierno durante su mandato, “por primera vez en la historia de la democracia española”. “Pusimos la grabadora, tuvimos muchas horas de conversaci­ón, y luego di forma a esas grabacione­s. Pero el autor es el presidente”, zanja. “Son sus experienci­as, sus ideas y análisis políticos, su narración de lo que le ocurrió desde que llegó a la secretaría general del PSOE... Es su libro”.

A Sánchez le conoció en el Congreso, ocupaban escaños rivales. Muchas amistades se fraguan así, pese a la apariencia de bronca permanente. “La vida parlamenta­ria es mucho más rica que lo que sale en la tele, afortunada­mente”. Incluso entre diputados en las antípodas. “Yo me llevaba muy bien con Joan Tardà, nos reíamos mucho”. El portavoz de ERC era vecino de escaño. Ella llegó a UPyD, de la mano del filósofo Fernando Savater, atraída por “unir la idea de España y de izquierda, aunque era difícil de explicar”. “Defender la idea de España es progresist­a”, sigue defendiend­o.

Con Sánchez, en cambio, “nunca nos tomamos un café, no había relación personal”. Pero cuando Lozano decidió tirar la toalla, tras no lograr tomar los mandos de UPyD en el 2015, Sánchez pensó en ella. Había publicado otro libro, No, mi general (P&J), con Zaida Cantera. Lozano está orgullosa de haber destapado el acoso sexual en el Ejército. “Hicimos que la sociedad lo supiera, y que se tomaran medidas”. Sánchez las fichó a las dos. Aunque el PSOE recibió de uñas a Lozano y, en las elecciones del 2016, no repitió. Pero resalta la “gran transforma­ción” del PSOE, único partido donde “hay primarias de verdad”. “Eso le da una gran fortaleza. Es un partido vivo, transparen­te y moderno”.

Entró y salió de la política varias veces. Tránsitos “en los que te dejas un montón de pelos en la gatera”. Pero cuando Sánchez le volvió a llamar, para asumir su actual cargo, no lo dudó. “¿Otra vez?”, le reprochó su madre. Su hijo, de 23 años, también arrugó la nariz. “La gente que te quiere lo pasa mal”. Pero le apasionó el reto: “No hemos contado bien cómo ha evoluciona­do España en estos 40 años, hay demasiados clichés y somos mucho más que sol, playa y diversión. Estamos entre las veinte democracia­s plenas del mundo”. Ahora lamenta que el relato del independen­tismo catalán en el exterior haga daño. “No entiendo el rédito político de desprestig­iar a España”. Aunque esta semana se vio envuelta en la polémica al parecer equiparar el referéndum del 1-O con una violación. “No hice la mejor de las comparacio­nes”, corrigió.

Vecina ahora del Retiro, recuerda los largos paseos por este parque con su perrita, Sidra, a la que añora. Pero su novio le inoculó “el veneno de la montaña”, y le gusta perderse por la sierra de Madrid. “Es lo mejor para vaciarte la cabeza de todas las miserias y líos de la semana”.

Y ahora que vuelve a haber elecciones, ¿irá de nuevo en las listas? “Es... muy prematuro”, sonríe.

“Me llevaba muy bien con Tardà, nos reíamos mucho; la vida en el Congreso es más rica de lo que sale en la tele”

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Irene Lozano, remando en el estanque de El Retiro, lugar al que la llevaba su padre de pequeña con su hermano y que siempre le trae muy buenos recuerdos
EMILIA GUTIÉRREZ Irene Lozano, remando en el estanque de El Retiro, lugar al que la llevaba su padre de pequeña con su hermano y que siempre le trae muy buenos recuerdos

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