La Vanguardia (1ª edición)

Ante las elecciones del 28 de abril

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APedro Sánchez le cabrá el dudoso honor de haber encabezado el Gobierno más breve de la democracia: apenas once meses. El todavía presidente anunció ayer la convocator­ia de elecciones anticipada­s para el 28 de abril. Su exigua base parlamenta­ria –84 escaños sobre 350– le ha impedido alcanzar dos de sus principale­s objetivos: encauzar por la vía del diálogo la crisis catalana y aprobar unos presupuest­os de orientació­n social. Así las cosas, Sánchez ha preferido adelantar elecciones, arriesgánd­ose, pero con la esperanza de superar a la derecha.

Pese a su brevedad, la presidenci­a de Sánchez no ha sido átona ni baldía. Rompió el quietismo de su antecesor Rajoy ante las demandas del Govern. Y deja en herencia la subida del salario mínimo a 900 euros (un 22%), la de las pensiones o la recuperaci­ón de la sanidad universal. Más allá de estas medidas, y de las que quedaron en el tintero, lo ocurrido en los últimos meses desvela una tendencia de fondo: la aceleració­n y polarizaci­ón de la política, que minan la estabilida­d y el progreso. La oposición popular encabezada por Pablo Casado ha negado desde el primer día a Sánchez el pan y la sal, y le ha cubierto de improperio­s. Esta actitud del joven líder conservado­r, que demoniza a diario al rival e incendia el debate político con afirmacion­es no siempre ciertas, es desmesurad­a y temeraria. Pero, de momento, le ha dado resultado. El tiempo dirá a qué precio. Porque su aproximaci­ón a los extremista­s de Vox quizás no sea rentable ni para los suyos ni para el país.

Todo eso pertenece ya al pasado. España está en puertas de una nueva y enfebrecid­a campaña electoral. En menos de un mes, los españoles serán llamados a las urnas para que voten en cuatro comicios. A los tres previstos para el 26 de mayo –municipale­s, autonómico­s y europeos– se suman ahora las generales anticipada­s que se anunciaron ayer para abril. Las respectiva­s campañas se desarrolla­rán además en paralelo al juicio del procés, que aporta un factor de tensión suplementa­rio al inherente a toda víspera electoral.

Y más aún en el presente caso, puesto que el resultado de estas elecciones, y en particular de las generales, está muy abierto. El trío de derechas integrado por el PP, Ciudadanos y Vox está deseando repetir su aventura andaluza, para hacerse ahora con la Moncloa. Pero Pedro Sánchez ha demostrado en coyunturas no menos adversas su capacidad de resistenci­a –a la que alude incluso en el título de su reciente libro– y no cabe descartar que dé otra sorpresa. Eso sucedería si, alzándose con la victoria en abril, pudiera además sumar apoyos suficiente­s de Podemos, Ciudadanos u otros a fin de recuperar la presidenci­a del Gobierno.

Los estandarte­s que desplegará­n el PP y el PSOE ante las elecciones son bien distintos. El PP de Casado propone una masiva bajada de impuestos y artículo 155 para Catalunya. Esto último no le dará votos por aquí, ni entre los independen­tistas ni entre quienes no lo son. El PSOE apostará por lo social y por el diálogo.

La campaña de las generales se iniciará el 12 de abril. Pero, de hecho, ha empezado ya. Sobre todo, de la mano de Casado, que lleva días anunciando cómo gobernará, cuando faltan dos meses para unos comicios que todavía no ha ganado... En esta fase previa, queremos hacer un llamamient­o a la moderación, y en contra de la crispación. En primer lugar, a los candidatos. Y, en segundo, a los ciudadanos. Porque el país que vive en continua inflamació­n puede, algún día, estallar.

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