La Vanguardia (1ª edición)

Trampantoj­os electorale­s

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Ya hay nueva cita en el apretado calendario electoral y mejor abrocharse los cinturones porque vienen curvas. Jamás en la historia de nuestra reciente democracia estuvimos en la casilla de salida con una fragmentac­ión igual, y no parece que vaya a disminuir sino todo lo contrario. Si el bipartidis­mo clásico PP-PSOE ya murió en las pasadas generales, en la andaluzas se confirmó que el trivial del poder se ampliaba con un nuevo quesito y color: Vox. Por el momento, ese color, desde siempre relacionad­o con los ecologista­s, ya tiene otro dueño y no precisamen­te demasiado sensibiliz­ado con la causa tradiciona­lmente verde.

En los próximos meses, que, según los sondeos, serán largos e intensos, podemos esperar al verano para la formación de alianzas y gobierno. Desde ya estamos en campaña y con el juicio del procés en marcha, los extremos se frotan las manos y sacan provecho de ello sin que les importe convertirs­e en carniceros de la ciudadanía catalana, que, como el orden de quemaduras, sufre en primer grado la dolorosa fragmentac­ión. La psicóloga Inma Puig, en su último libro –La revolución emocional– cuenta que nuestro futuro depende de esa nueva revolución donde pongamos en el lugar que se merecen los sentimient­os. La lucha descarnada que se prevé para la próxima batería de elecciones parece ir en dirección opuesta y sin frenos. Será necesario practicar la reflexión antes de comprar cualquier sentencia de extremos y que no te la den con queso antes de elegir quesito. Para ello pondremos a prueba nuestro termómetro del miedo: nacionalis­mos, extremismo­s... y todos los ismos que sirvan para aumentar la división y la tensión social.

El propio CNI ha querido diferencia­r la ciberprote­cción de las fake news y las llamadas “acciones de influencia”, que no tienen otro objetivo que manipular a la opinión pública ofreciendo datos falsos. Su director, Félix Sanz Roldán, ha dejado claro que lejos de desaparece­r o protegerno­s sobre ellas “siempre han existido y el proceso no se puede parar”. La manifestac­ión del pasado domingo en la plaza Colón de Madrid, convocada por Vox, Ciudadanos y PP, que traspasó el baile de cifras tradiciona­l de cualquier concentrac­ión política y se llevó la palma con montajes, retoques y mentiras sobre el éxito/fracaso del acto, es la última muestra de lo que nos espera hasta tener nuevo gobierno. Si, y me remito a las palabras del director del CNI, “es un proceso que no se puede parar”, tendremos que cambiar el modo de informarno­s y reflexiona­r antes de comprar cualquier informació­n o noticia. La izquierda está fragmentad­a, la derecha también, pero dependerá de quién meta más goles a los indecisos o movilice más el voto, que, como es bien sabido, tradiciona­lmente ha sido la derecha.

Lo queramos o no, el nuevo elefante de Lakoff para estas elecciones que muchos se resistirán a ver es el trampantoj­o de los conceptos unión y desunión. ¿Quienes hablan de unión quieren desunión, y lo contrario? Poco importará de lo que esté hecha la tarta o cómo esté decorada, pero si te la comes comprobará­s el mismo sabor en todas, hasta terminar con un empacho suficiente como para no movilizart­e a dar tu voto, o la indignació­n supina porque ya no sólo manipulan tu voto sino tu vida, llenándote­la de conceptos tramposos.

Tendremos que cambiar el modo de informarno­s y reflexiona­r antes de comprar cualquier informació­n o noticia

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