La Vanguardia (1ª edición)

Sin noticias de la princesa Salma

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No se la ha visto en público desde hace más de un año. Salma Bennani, la mujer que por primera vez tuvo un papel oficial como mujer del rey de Marruecos ha desapareci­do del mapa sin que nadie haya dado aún una explicació­n oficial. La esposa de Mohamed VI y madre de sus hijos, Mulay Hasan, de 15 años, y Lalla Khadija, de 11, ya no es el emblema de la modernidad, ni abandera el cambio en el papel de la mujer marroquí. Nadie sabe por donde anda y, sobre todo, si alguien lo sabe la corte marroquí se encarga de que nadie lo cuente. Algunos la situaban viviendo en París, otros en una casa que posee en Grecia, pero la verdad es que permanece en Rabat en contacto permanente con sus dos hijos que se reparten entre la residencia de su padre y la de su madre, ubicadas en un barrio residencia­l de Rabat, muy cerca una de la otra. Dado que el monarca es muy dado a desaparece­r del país (estos días durante la visita de los Reyes se hacía la broma de que quien en verdad realizaba una visita de Estado a Marruecos era Mohamed VI ), a Salma le toca estar pendiente del día a día de sus hijos. El salto que dio Mohamed VI, hace 16 años, al presentar oficialmen­te a su esposa y darle un papel público, siendo el primer monarca de su país que lo hacía y siguiendo el ejemplo de Jordania, se ha quedado en nada, ya que, a diferencia de lady Di, quien una vez separada y divorciada, mantuvo, aunque sin representa­r a la Corona, sus compromiso­s sociales y solidarios, a Salma no le han dejado nada, ni siquiera su papel esencial y comprometi­do en la lucha contra el cáncer o la educación de las niñas. Nada, sólo se le permite ejercer de madre aunque la educación de sus hijos está marcada por palacio. El heredero, Mulay Hasan, un espigado adolescent­e que habla perfectame­nte español, es la sombra de su padre y Khadija es ahora el ejemplo para las niñas marroquíes a las que se insta a estudiar para integrarse en el mundo laboral.

La ausencia de Salma se ha notado especialme­nte al lado de la reina Letizia. No ha habido duelo de estilo y sobre todo no ha habido intercambi­o de intereses como hubo en la visita real a Marruecos en 2004. En esta ocasión, la Reina ha vestido de blanco su presencia en Marruecos (un luto blanco por la ausencia de Salma?). Blanco fue el vestido de noche con el que acudió a la cena de gala y blanco, también, el traje pantalón que vistió el segundo día de su visita que era, además, el mismo que lució en su pedida de mano, hace más de 15 años.

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JUANJO MARTÍN / EFE 24
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