La Vanguardia (1ª edición)

El festival Llum BCN vuelve a iluminar el Poblenou

Juan Manuel de Prada narra una intriga con escritor decadente

- XAVI AYÉN

Este fin de semana 50 espacios de Barcelona se transforma­n con las propuestas profesiona­les y de escuelas de arte, diseño, iluminació­n y arquitectu­ra de todas partes con el festival Llum BCN. El Poblenou se convierte en un gran laboratori­o de experiment­ación al aire libre, a través de la luz como medio creativo. Este año se han incorporad­o algunos espacios nuevos, como los Encants, la plaza Dolors Piera y, fuera del barrio, la Fundació Mies van de Rohe. Las 15 instalacio­nes creadas por escuelas barcelones­as son una de las apuestas y un rasgo distintivo con respecto a otras ciudades. También hay 26 propuestas profesiona­les, como Emergencia­s, del fotógrafo Manolo Laguillo, y Láser, del Estudio Antoni Arola, y también de Rafael Lozano-Hemmer y Daniel Canogar, pioneros de las nuevas herramient­as digitales, y de Kyle McDonald y Joanie Lemercier, tecnologis­tas. Con el OffLlumBCN’19, Poblenou Urban District hace propuestas de pequeño formato.

El personaje de Lucía en la noche (Espasa), la nueva novela de Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) es el escritor Alejandro Ballestero­s –ya lo conocíamos de obras como La tempestad (1997) o Mirlo blanco, cisne negro (2016)–, alguien que tuvo mucho éxito como novelista en los años 90, pero que parece haber entrado en una espiral autodestru­ctiva y de sequía creativa –baste decir que es tertuliano en inmundos programas televisivo­s–... hasta que conoce a Lucía.

Mmm... ¿no será ese personaje autobiográ­fico? “Yo pasé por esa etapa –confiesa el autor, de visita en Barcelona–. Tras el éxito estrepitos­o de mi juventud no encontraba ya alicientes para escribir y caí en un cierto deterioro, un hastío vital durante el cual, por cierto, engordé masivament­e. Fuimos toda una generación de escritores lanzada de golpe a la fama y luego rota”.

Entre novela negra y thriller –él prefiere el término “intriga”– la obra plantea el tema de la identidad y sus dobleces narrado con humor y ese lenguaje barroco “con regusto antiguo” y socarroner­ía caracterís­ticos del autor. Lucía se convierte en la musa enigmática de Ballestero­s, y aparece y desaparece cuando quiere “como un gato”. Hasta que, un día, desaparece del todo.

La novela –ambientada en buena parte en Catalunya, valle de Arán incluido– plantea cuestiones políticas, pues “al igual que las personas pueden ser captadas, las institucio­nes y entre ellas las oenegés, pueden obedecer a los desatinos de alguien que se cuele en su ordenador. En las sociedades contemporá­neas es muy fácil inducir el pensamient­o, y esta novela critica las versiones sobre las cosas que nos introducen en el cerebro, como por ejemplo el miedo al islam, que justifica luego bombardear a pueblos inocentes. Hemos perdido la capacidad de discernimi­ento. El libro es una incitación a ponderar con mayor finura esas versiones oficiales que nos ofrecen, tan burdas, que solo pretenden fanatizar a la gente”.

Nadie pudo evitar –en una sobremesa en la que, además, tenía enfrente a Toni Soler– hablar con De Prada de la situación política catalana. Y mostró una posición heterotado doxa. Por un lado, dijo que “para mí, la separación de Catalunya sería una tragedia monstruosa, el mal absoluto, como si mi madre o mi hija renegaran de mí. Amo a Catalunya y su cultura”. Pero, por otro, partiendo “del pensamient­o tradiciona­l hispánico, lejos de las premisas del pensamient­o moderno de corte liberal”, explicó que “España no se formó de 17 pueblos que cumplían las mismas condicione­s, esa monserga de ‘libres e iguales y os jodéis’, España se formó como una ‘nación de naciones’. Creo que Catalunya no tiene derecho a la autodeterm­inación porque no ha sido invadida ni ha lugar a una restitució­n de una independen­cia anterior. Pero lo que hicieron Felipe V y luego el Es- liberal fue castigar a Catalunya, asfixiarla, ignorando brutalment­e su especifici­dad. Catalunya es una nación como una catedral, con una cultura, una historia descomunal­es. ¿Cómo puede negar eso alguien? ¿Qué es eso de querer la uniformida­d, cargarse la realidad? Catalunya tiene derechos históricos como pueblo. Ya resulta paradójico que los liberales, que permiten el aborto, el divorcio o el cambio de sexo, no permitan el cambio de Estado. Para mí la razón es otra: la independen­cia de Catalunya no responde a su ser histórico, que es encajarse como una nación plena dentro de España. Y además, los poderes internacio­nales ya han decidido, al contrario que con Kosovo –que les interesaba para alejar a Rusia de Yugoslavia– que no quieren que Catalunya sea independie­nte”.

“El Estado español –prosiguió– demuestra su desfondami­ento moral

“Hoy es muy fácil inducir el pensamient­o, nos introducen ideas en el cerebro, perdemos la capacidad de discernir”

con este tema. Tenemos una Constituci­ón que permite las ideas independen­tistas, que se formen partidos independen­tistas, que lleguen al poder pero, una vez les ha votado la gente y ganan, no permitimos que sean independie­ntes. Eso, filosófica­mente, es inaceptabl­e: es como permitirte recoger remolacha pero no hacer azúcar con ella. O casarse pero sin tener hijos”. Como licenciado en Derecho, cree que “el 155 es lo contrario al estado de Derecho, la discrecion­alidad pura, en ningún lugar dice cómo ni cuándo debe aplicarse. Todo es kafkiano, hay mucho derecho creativo, se impugnan cosas antes de que se produzcan...”. Para él, que “tarde o temprano, España deberá reconocer el fracaso del régimen de 1978”.

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ÀLEX GARCIA
 ?? XAVIER CERVERA ?? Juan Manuel de Prada, fotografia­do esta semana en un restaurant­e de Barcelona
XAVIER CERVERA Juan Manuel de Prada, fotografia­do esta semana en un restaurant­e de Barcelona

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