Aval desde la cocina
El apoyo del vestuario, fundamental para la firma de Valverde
El aval que recibió ayer Ernesto Valverde por parte del club no disminuye un ápice la presión que acarrea su cargo. El apoyo que le brinda un vestuario que respeta y aplaude su manera de pilotar la nave, firme pero sin estridencias, no rebaja el tamaño de los desafíos que tiene por delante. Lo más positivo del gesto que rubricaron el club y el entrenador es el hecho de que los jugadores saben que el técnico ha pactado continuar y que si ellos hacen los deberes dentro del campo tendrán a su lado al hombre que afronta los conflictos en la cocina sin hacer más grande el fuego. Valverde siempre ha preservado las jerarquías en el equipo, a la hora de repartir las titularidades y también en el momento de hacer los cambios. Normalmente ha apostado por los valores seguros antes que arriesgar con un melón por abrir. Eso los pesos pesados del Barça lo tienen en cuenta y ahora saben que está en sus pies alargar esta etapa. Por eso más allá de la mejora salarial para el entrenador ha resultado clave el visto bueno del vestuario. El equipo considera que gana en estabilidad y desde hace unos días intuía este desenlace.
Sin embargo, los retos para Valverde son gigantescos, en estos meses decisivos de temporada y también en la próxima campaña. En el corto plazo, el que más le gusta tener presente al entrenador, le viene un aluvión de encuentros decisivos, con la Champions como principal objetivo. Europa marcará mucho el devenir del curso. No fracasar de nuevo en el continente es lo primordial. Porque del fiasco de Roma nació la mayor tormenta que han vivido Valverde y el club.
De aquel 3-0 en el Olímpico surgieron muchas dudas en la entidad sobre la capacidad del técnico en los grandes escenarios. Unas incógnitas que no se escamparon con la conquista de la Liga. De hecho, en las horas previas a la final de Copa ante el Sevilla daba la sensación de que Valverde podía jugarse el puesto. Ese clima molestó al entrenador, un hombre habitualmente comprensivo con las decisiones tomadas por el club y la dirección deportiva, aunque no las comparta todas y a veces se le note. Él quería a Willian y le trajeron a Malcom. Él pidió un lateral izquierdo suplente y le contestaron que debía encontrarlo en el filial.
Tenía una buena relación con el defenestrado Robert Fernández, al que conocía mucho más que a Pep Segura y Éric Abidal, pero ha cerrado filas por la causa común. Desde la secretaría técnica se ha emprendido una operación renove por la edad avanzada de algunas figuras y a Valverde le toca y le tocará ir moviendo el árbol. Los De Jong, Todibo o Aleñá tendrían que ir ganando peso en detrimento de los veteranos y estas transiciones suelen ser complejas.
Que no apueste más por la cantera y la falta de estética del juego del equipo son reproches que se le hacen. Su Barça ha sido más eficaz que espectacular, con puntas buenas de fútbol que no se han sostenido en el tiempo. Paradójicamente la ausencia de Messi por su lesión en el brazo no afectó al equipo, que realizó brillantes funciones corales y donde se notó la mano del entrenador. Esa fase también ha contribuido al voto de confianza que le da ahora el Barcelona. Claro que en el fútbol estos respaldos se pueden convertir en cualquier momento en papel mojado si no se cumplen las expectativas.
El técnico tendrá una mejora salarial y Europa, rejuvenecer el once y jugar mejor son sus retos