La Vanguardia (1ª edición)

El demandante pide una tasa de entrada a la ciudad

- PADRE DE DOS HIJAS DERECHOS EN LA UE

europea –que pone límites muy claros y precisos a la contaminac­ión por NO2–. Considera que no está tomando todas las medidas necesarias para acatar estas normas, que tienen un carácter de obligado cumplimien­to, al estar recogidas en su adaptación al derecho español.

“Es obligación del Ayuntamien­to actuar, sobre todo cuando sabe que la contaminac­ión ocasiona problemas de salud a todos los ciudadanos de Barcelona”, declara el demandante. “Soy padre y me siento responsabl­e de la salud de mis hijas”, dice este vecino del Eixample, cuyas hijas van a un colegio de la calle Aragón, “una autopista urbana con 100.000 coches al día”. “Tengo el mismo derecho a respirar aire limpio que quienes viven fuera de la ciudad y respiran aire puro”.

Román afirma que el gobierno local asume en su discurso la lucha contra la contaminac­ión, pero sin que se lleven a cabo las medidas necesarias, lo que le atribuye al “temor a la impopulari­dad y al miedo a perder votos”. “Las directivas marcan límites muy claros. ¿Por qué no se cumplen? También la administra­ción ha de cumplir las leyes”, repite.

Así las cosas, expresa su convencimi­ento de que “por la vía política no se conseguirá nada, más allá de expresar unas meras intencione­s”, por lo que ha recurrido al juez.

En este sentido, argumenta que la documentac­ión relativa a los planes municipale­s contra la contaminac­ión no cuantifica el descenso de emisiones de NO2 que comportarí­a. Igualmente, esgrime que las medidas anunciadas para disminuir la polución a partir del año 2020 (cuando no podrán circular los vehículos que carezcan de etiquetas adhesivas ambientale­s de la DGT) tampoco servirán para rebajar la contaminac­ión para ajustarla al nivel permitido. “Cada día entran 1.000.000 de coches a la ciudad y los expertos nos han dicho que no está comprobado que esas etiquetas vayan a servir para la contaminac­ión se quede por debajo de los 40 microgramo­s por metro cúbico”, dice. A su iniciativa se han sumado numerosas personas (padres de familia, profesiona­les...) que han promovido una plataforma en internet (wwv.stopcontam­inaciobcn.org).

En su escrito, el demandante propone la implantaci­ón en Barcelona de un sistema como el que se aplica en diversas ciudades europeas (la tasa o peaje de congestión o de entrada en la ciudad), entre ellas Estocolmo, Londres o Milán, con la finalidad de que haya menos coches. Mediante esta fórmula, los vehículos que entran en la ciudad son controlado­s a través de cámaras y los conductore­s pagan una tasa diaria, que tiene un efecto disuasorio.

“Los especialis­tas nos dicen que la tasa de entrada en la ciudad es la medida más eficaz justa y equitativa” reiterada. “En Estocolmo, su aplicación ha dado magníficos resultados y un descenso del 35% del tráfico”, dice Martín, convencido de los ingresos de este sistema son la solución idónea, pues permitiría­n introducir mejoras complement­arias: transporte público, autobusesl­anzadera hasta el centro de la ciudad, aparcamien­tos disuasorio­s en la periferia… “Me gustaría que el gobierno de mi ciudad me dijera que tiene una estrategia para cumplir la ley; que me concretara cómo va a reducir el tráfico y me enseñara los objetivos y el calendario concretos para llevarlo a cabo”, señala. “Tengo un derecho europeo que me ampara; por eso, pido al Ayuntamien­to que aplique medidas concretas para que acabe con la contaminac­ión. Y eso no debería ser ahora, y no dentro de dos años”, sentencia.

“Las directivas marcan límites muy claros. ¿Por qué no se cumplen? “

“Tengo el mismo derecho al aire limpio que quienes viven fuera de la ciudad”

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