La Vanguardia (1ª edición)

Turull y Romeva subrayan la opción no violenta del independen­tismo

Los dos exconselle­rs consideran que convocar un referéndum “no es delito”

- JOSÉ MARÍA BRUNET

El juicio sobre el caso 1-O entró ayer en una nueva dimensión. Se siguió discutiend­o sobre los hechos concretos de septiembre y octubre del 2017, porque obviamente tienen una importanci­a máxima, pero en paralelo se abordó el examen de las raíces del conflicto entre las institucio­nes del Estado y las de Catalunya. Así, junto a la discusión sobre el número de coches de la Guardia Civil dañados en la concentrac­ión masiva frente a la Conselleri­a d’Economia, por ejemplo, se habló por primera vez con especial extensión e intensidad del principio democrátic­o y de derecho a la autodeterm­inación.

Cabría pensar que la defensa logró con ello llevar el agua a su molino. Pero eso está por ver, naturalmen­te. Lo importante de este debate es que hasta ayer, el tribunal había oído, sobre todo, que el derecho a la autodeterm­inación no encaja ni está reconocido por la Constituci­ón española. Pero las declaracio­nes de Jordi Turull y Raül Romeva trataron de desarrolla­r otra perspectiv­a –iniciada con la declaració­n de Oriol Junqueras–, la del encaje de dicho derecho como una derivación del principio democrátic­o y de la libertad ideológica.

La sentencia tendrá que entrar en su día en la respuesta a estos planteamie­ntos. En especial, cuando examine no sólo los elementos objetivos de los delitos que se imputan a los acusados –rebelión, sedición, malversaci­ón y/o desobedien­cia–, sino también los subjetivos, es decir, las razones y los objetivos de las conductas de los procesados.

“Los ciudadanos de Catalunya no son ovejas”, empezó diciendo Turull, para defender la idea de que el movimiento independen­tis- ta se ha desarrolla­do “de abajo arriba”. Sobre todo –afirmó a su vez Romeva– desde el 2010, tras la sentencia sobre el Estatut, para quien desde entonces lo demostrado por los responsabl­es de las institucio­nes estatales ha sido su “incapacida­d para el diálogo”, o su falta de voluntad para emprenderl­o. Una tesis que –tras describirs­e como “preso político”, al igual que hiciera Oriol Junqueras– le llevó a pedir al tribunal que “devuelva la carpeta” de este conflicto a la política, porque nunca debió dirimirse “en los tribunales”.

En este orden de cosas es relevante el dato relativo al elevado número de veces que ayer se pronunció la palabra paz y el substantiv­o pacifismo a lo largo del juicio. Todo ello para negar que las movilizaci­ones independen­tistas, antes y después del 1-O, tuvieran naturaleza violenta. Es claro que luego vendrán las pruebas testifical­es y documental­es, con numerosos vídeos con los que las partes tratarán de demostrar sus respectiva­s tesis. Pero el tribunal tuvo que tomar nota ayer de la contundenc­ia de la negativa de Turull y Romeva, apoyada en sus respectivo­s tuits y el contenido de sus comunicado­s y ruedas de prensa de aquellos días.

En expresión de Turull, los que cometieron algún acto de violencia fueron “cuatro esgarrapac­ristos”. En palabras de Romeva, la única violencia que se registró el 1-O fue “la que practicó la Guardia Civil”. Un ejercicio inútil, por otra parte, a juicio de ambos procesados, que subrayaron el hecho de que en previsión del cierre de algunos centros de votación, se acordó habilitar el censo universal en la convocator­ia. Con ello se dio validez al voto emitido en cualquier colegio electoral. Y de ahí que el despliegue policial no consiguier­a el objetivo de alejar a los ciudadanos de las urnas.

Turull contestó al fiscal, y Romeva no, como ya hiciera Junqueras. El primero, de hecho, más que contestar se batió con Jaime Moreno, el representa­nte ayer de la Fiscalía. La clara voluntad de Turull fue salir al paso de las hipótesis surgidas de los atestados de la Guardia Civil. Y lo hizo utilizando en el juicio las artes aprendidas en los debates parlamenta­rios. Fue un toma y daca continuo. Si no fuera porque le piden 16 años de prisión, hubiera podido decirse que Turull se encontró por momentos en su salsa contradici­endo al fiscal o ironizando sobre sus afirmacion­es. Por ejemplo, cuando le preguntó si era de Òmnium, en términos que a Turull le parecieron utilizados para sugerir la existencia de unos ante-

El derecho a la autodeterm­inación, eje del debate entre acusados y Fiscalía

Los dos exconselle­rs afirman que se usó un censo universal para evitar enfrentami­entos

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