Francia, sacudida por el antisemitismo
MILES de franceses se manifestaron ayer por la tarde por las calles de París para protestar contra el creciente antisemitismo que sufre el país, cuya última expresión fueron los insultos y la violencia verbal padecidos el pasado sábado por el académico y filósofo Alain Finkielkraut, descendiente de judíos polacos, durante una marcha de los chalecos amarillos en la capital francesa.
La manifestación fue convocada por una veintena de partidos políticos –excepto la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, que no fue invitada– y decenas de organizaciones y movimientos civiles en una señal de unidad de la clase política y la sociedad francesas contra los ataques antisemitas. Como muestra de esa unidad, en la cabecera de la marcha estuvo la mayoría del Gobierno francés y los expresidentes Hollande y Sarkozy.
Desde el presidente de la República hasta la práctica totalidad de los líderes franceses han condenado el duro ataque verbal sufrido por Finkielkraut. La Fiscalía ha abierto una investigación. Preocupa seriamente en Francia el rebrote experimentado por el antisemitismo, corroborado por las cifras del Ministerio del Interior. Durante el 2018, el vandalismo, los insultos, las amenazas y agresiones contra los judíos aumentaron un 74%. Ayer mismo un total de 96 tumbas judías fueron profanadas en un cementerio cerca de la ciudad de Estrasburgo. Este antisemitismo ha ido apareciendo también ocasionalmente en las manifestaciones que desde hace tres meses protagonizan los chalecos amarillos, entre los cuales hay grupúsculos de extrema derecha y de extrema izquierda coincidentes en culpar a los judíos del actual sistema económico que consideran injusto. Según un sondeo de la empresa Ifop, el 44% de los que se autodenominan chalecos amarillos piensa que hay un complot sionista a escala mundial.
La afirmación del primer ministro Édouard Philippe de que “nos gustaría pensar lo contrario pero es un hecho que el antisemitismo está profundamente arraigado en la sociedad francesa” es la constatación de un problema muyserioenelpaísdeEuropaconmayorpoblaciónjudía, unas 700.000 personas. En los últimos diez años, 60.000 judíos franceses han tomado el camino hacia Israel. La lacra moral y cívica que –lamentablemente– supone el antisemitismo en el país vecino y en Europa en general sólo puede combatirse con una respuesta firme de la clase política y del conjunto de la sociedad y de las comunidades religiosas, junto con las medidas oportunas para castigar severamente este tipo de comportamientos. En este sentido, el presidente Macron fue ayer contundente: “Actuaremos, legislaremos y castigaremos”, si bien se mostró contrario a penalizar el antisemitismo.