La nostalgia del 92
Diálogo. Consenso.
Una ciudad sin problemas de seguridad y con una Rambla diferente... ¿Cómo? Con más espacio público, el resto ya se verá ....
Y con grandes proyectos.
Y con un turismo del que genera riqueza, que además se reparte, y que no molesta...
Es la Barcelona del candidato socialista, Jaume Collboni, la ciudad que ayer desgranó en la presentación del libro Imaginem Barcelona (Pòrtic), en el que mantiene diversos diálogos recogidos por Xavier Marcé. Una presentación en la que hubo un nuevo diálogo con un interlocutor que no sale en el texto, Xavier Sardà, con el que trató también temas distintos, como las elecciones generales o el Open Arms. Pocas novedades al respecto.
“Necesitamos que de una vez por todas la Barcelona real se active”, reclamó Collboni junto a un Sardà que, por momentos, pareció poseído por el alma del señor Casamajor. “¡La solución para Barcelona es más Barcelona!”, aseguró el candidato a la alcaldía de la capital catalana ante la mirada del líder del PSC, Miquel Iceta. Mientras, asentía la delegada del Gobierno central, Teresa Cunillera, y también parecía hacerlo el exacalde Xavier Trias. La portavoz parlamentaria del PSC, Eva Granados, comentaba algo con el presidente de la Cambra de Comerç, Miquel Valls. Justo detrás, las dos concejales del grupo municipal, Carmen Andrés y Montse Ballarín, compartían vecindad de silla con Laia Bonet, con quien casi todo el mundo dice que compartirán bancada.
“Los Juegos Olímpicos no fueron causa de la tranformación de la ciudad sino la consecuencia”, afirmó Collboni. Porque sí: hubo nostalgia de la Barcelona del 92 en una sala en la que se concentró una nutrida representación de lo que se conoce como sociedad civil, especialmente la comercial (aunque también estuvo Justo Molinero), y en la que había canas, veteranos socialistas y otros no tanto. Incluso jóvenes.
Una Barcelona que haga grandes cosas. La nostalgia.
El candidato socialista recordó cuando, de niño, iba con su padre, los domingos antes del vermut, a cambiar sellos a la plaza Reial. Xavier Sardà se acordó de cuando el viaje de las Golondrinas acababa en un rompeolas en el que los viajeros podían comprar un cangrejo con un palo (Trias hizo de apuntador en esta historia, Collboni no la tenía demasiado clara) que a los pocos días moría de inanición en la casa de los barceloneses que lo habían adquirido/adoptado. Al cabo de los años, el bicho fue sustituido por un cangrejo de plástico.
“La ciudad es acuerdo”, aseguró Collboni, que también enarboló amistad con el alcalde socialista de Lisboa, Fernando Medina (ojo con la capital lusa, puede dar algunas sorpresas que pueden llegar a ser disgustos para Barcelona).
El libro son conversaciones con Santi Vila; el presidente de la fundación Pasqual Maragall, Jordi Camí; representantes de las kellys, el artista Frederic Amat; el político Lluís Rabell; la exgerente de la Associació Catalana d’Agències de Viatges Marian Muro; la alcaldesa de l’Hospitalet, Núria Marín... Con ellos Collboni dialoga sobre el presente y el futuro de la ciudad a partir de diferentes aspectos menos el de la seguridad. Pesa, ahora es habitual, el área metropolitana, a la que ayer también se refirió Collboni, quien pidió su reconocimiento como ente en la Constitución.
La Barcelona real.
“Necesitamos que de una vez por todas la Barcelona real se active”, reclama Collboni