El vaso medio lleno
Hoy es el día de la Felicidad... Yo llevo dedicándole cuarenta años de investigación porque sé que la felicidad es la base para construir un mundo mejor.
¿Por qué?
Hay innumerables investigaciones científicas que demuestran que las personas confiadas y optimistas resuelven los problemas de manera más acertada y en menos tiempo que las personas pesimistas, cínicas o desilusionadas.
La gente feliz ¿no daña a los demás?
No, y les gusta compartir su felicidad.
¿Hay personas o momentos felices?
La felicidad vinculada a contingencias externas está fuera de nuestro control, es una felicidad precaria como la que está ligada a logros.
¿Qué opción nos queda?
La felicidad innata, la que fluye como la sangre por las venas y que tiene que ver con estar vivo. Es una felicidad instintiva que no puedes controlar, de la misma manera que no controlas tu respiración o el crecimiento de tus uñas; y siempre está disponible.
¿Ese runrún en la boca del estómago?
Sí, y para hacerlo más presente hay que ser consciente de que los sucesos, malos y buenos, son temporales, todo pasa. Y hay que abandonar la idea de no ser suficiente, de no merecer, de tener que conquistar tu lugar y tu identidad.
¿La felicidad de existir debería bastarnos? Desde que nacemos, la necesidad de amor y aprobación hace que adaptemos nuestro carácter en busca de respuestas positivas.
Un mecanismo de supervivencia.
Sí, que puede hacernos interiorizar comportamientos que nos perjudican. La necesidad de ser amados es la base de muchos de nuestros errores porque nos construimos un personaje y nos alejamos de nosotros mismos.
Pero la necesidad de amor es universal. Cierto. Hay un experimento muy revelador con monos recién nacidos que debían escoger entre una madre de metal que daba leche o una de peluche suave y mullida. Los pequeños monos siempre elegían la de peluche.
¿Dispuestos a morir de hambre a cambio de amor?
Sí. Esa necesidad de amor nos lleva al trueque: cedemos nuestra identidad para que los adultos nos quieran, luego para ser aceptados, para que nos quieran nuestros amigos y, a menudo, acabamos con la pareja equivocada.
¿Es reversible?
Recuperando la autenticidad, la espontaneidad Su suegro, Nino Manfredi, ha actuado en sus películas; también ha escrito, dirigido y producido series para la RAI, pero nunca ha abandonado su actividad como psicólogo y terapeuta con largas estancias en EE.UU. para formarse. Imparte talleres sobre la felicidad y tiene un blog: Il bicchiere mezzo pieno (el vaso medio lleno). En su último libro, La felicidad en la mesita de noche (Kitsune Books), nos habla de la felicidad de existir. “He trabajado con la felicidad a lo largo de muchos años, como psicólogo y como artista y, finalmente, como investigador. Y eso me ha llevado a conocer en profundidad su opuesto, y lo que he descubierto es que muy a menudo la infelicidad de las personas no tiene que ver con hechos objetivos”.