La Vanguardia (1ª edición)

Baguz es una hoguera

A la espera de la victoria final contra el ‘califato’, los kurdos celebran el Nowruz

- CATALINA GÓMEZ

Ayer, al caer la noche, las colinas que rodean el enclave de Baguz se iluminaron con decenas de fuegos y luces artificial­es para celebrar el Año Nuevo de los kurdos, el Nowruz, que llegaba exactament­e en el momento en que esta zona del sudeste de Siria empieza a regresar a la normalidad. El fuego con el que se habían iluminado las últimas noches de la batalla contra el Estado Islámico dio paso a la celebració­n a la que también se unían los combatient­es árabes y cristianos que forman las Fuerzas de Siria Democrátic­a que lucharon sobre el terreno mientras los aviones de la coalición liderada por Estados Unidos los apoyaban desde el aire. “Este año no hay baile, sólo fuego”, advertían algunos oficiales.

La victoria contra el Estado Islámico, si bien no está anunciada todavía, parece inminente en este terreno donde muchos de los combatient­es que estuvieron en primera línea ya han partido a sus bases para dar relevo a las fuerzas especiales dedicadas a desactivar explosivos y explorar los túneles que el EI construyó desde el 2013, cuando se convirtió en amo de esta región.

Desde esa misma colina que en la noche parecía una gran fogata, esa mañana se había podido apreciar lo que quedaba del campamento donde habían buscado refugio miles de combatient­es y sus familias, llegados hasta aquí a medida que iban perdiendo terreno.

La vida que se había visto el domingo, cuando hombres y mujeres caminaban tranquilam­ente por entre las carpas, había desparecid­o. No había ningún movimiento y unas cuantas torres de humo se levantaban sobre el terreno que se extiende en las cercanías del Éufrates. Algunas ráfagas de disparos se oían de vez en cuando y algún avión sobrevolab­a el terreno. Pero todos los combatient­es hacían signos de victoria y sonreían cuando se les felicitaba por una victoria que todavía no anunciada. Los comandante­s, que hasta el martes iban y venían del frente, no se vieron ayer por Baguz.

Las razones para que todavía no se cante victoria son varias. Primero hay que limpiar los túneles donde se sospecha que pueden haber escondidos combatient­es y desactivar los explosivos. Se suma que todavía queda un pequeñísim­o reducto en control de los yihadistas. De acuerdo con algunas versiones dadas por integrante­s del SDF todavía hay un pequeñísim­o sector del campo en el que permanecen un grupo de combatient­es

El Año Nuevo kurdo llega en el momento en que esta zona de Siria empieza a volver a la normalidad

y sus familias. Lo irónico es que ni quieren dar una gran pelea ni tampoco quieren rendirse por el momento.

Los últimos en hacerlo fueron un grupo de 500 combatient­es y sus familias que se entregaron a las autoridade­s el martes pasado después de dos largas noches de combate en que el SDF cerró aún más el círculo controlado por el EI. Hasta el momento no se sabe cuánta gente murió en la batalla, pero por las imágenes que circulan podrían ser muchos. Lo que sí queda claro es que estos hombres dejaron un gran número de armas atrás. Muchos miembros del SDF se las llevaban con ellos de regreso a sus cuarteles.

Ahora, el reto es destruir las células del EI del este de Siria, que podrían ser más de 250. Pero esto vendrá después. Por ahora falta que se anuncie una victoria que ya se vive y se celebra sobre el terreno. Por eso los kurdos dicen que en este Nowruz hay doble motivo de celebració­n. Anoche Baguz era una fiesta de hogueras. Y el motivo no tenía que ver con la guerra.

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GIUSEPPE CACACE / AFP Un kurdo dispara al aire en Baguz junto a una hoguera de Nowruz

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