La Vanguardia (1ª edición)

El cigarrillo electrónic­o como medio para dejar de fumar enfrenta a los médicos

La industria presiona para extender los nuevos dispositiv­os entre los jóvenes

- CELESTE LÓPEZ

Los cigarrillo­s electrónic­os y el IQOS (dispositiv­o electrónic­o sin humo diseñado por Philip Morris) han venido para quedarse. No sólo eso, se extenderán de manera masiva a partir del próximo otoño, con la previsible llegada de Juul (el 50% de Philip Morris), un cigarrillo electrónic­o que utiliza sales de nicotina, que tiene una forma atractiva, que no echa apenas humo, de muchos colores, muy barato y que está haciendo estragos en Estados Unidos, especialme­nte entre los menores y jóvenes.El 25% de los adolescent­es americanos ya vaporea y el 80% usa el Juul.

La causa de su expansión no es otra que la voluntad manifiesta de la industria de dejar de lado el mercado tradiciona­l de tabaco en el mundo occidental y volcarse en este tipo de dispositiv­os. La justificac­ión de este giro comercial es que los cigarrillo­s electrónic­os y sus variantes son menos dañinos que el tabaco tradiciona­l y, además, pueden ser usados precisamen­te como medio para acabar con la adicción.

Explicacio­nes que, sin embargo, no convencen en absoluto a las autoridade­s sanitarias, empezando por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). Creen que no hay estudios (más allá de los financiado­s por la propia industria) que demuestren de manera clara que son menos perjudicia­les o que sirven para deshabitua­r la adicción tabáquica.

Al lado de la OMS se sitúa la gran mayoría de las sociedades científica­s y médicas de España, aglutinada­s en torno al Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), quien desde hace años advierte del riesgo de permitir la entrada de estos dispositiv­os en el mercado sin estudios claros y objetivos. Francisco Rodríguez Lozano, presidente de la Red Europea para el Fin del Tabaco (ENSP), insiste en que es “muy difícil” dar por buena la versión de que estos aparatos no son tan malos como el tabaco o que sirven para ayudar al adicto a dejar de fumar, cuando quien está detrás de ellos es la industria del tabaco, que vive de la adicción de millones de personas a esta sustancia.

La presidenta del CNPT, Regina Dalmau, cree que la industria está buscando nuevos consumidor­es tras la caída de los consumos de los últimos años. Los menores y los jóvenes son su objetivo, asegura. “Esos productos llevan nicotina y la nicotina está demostrado que provoca adicción...Ahí tienes entonces a nuevos adictos”.

La unidad de la profesión médica española contra los dispositiv­os electrónic­os, sin embargo, se va quebrando. Algunos médicos, pocos, consideran que estos nuevos productos pueden servir para ayudar a los adictos a dejar el tabaco, un producto más nocivo, insisten, que los del cigarrillo electrónic­o.

Y echan mano de lo que está pasando en el Reino Unido, donde el porcentaje de fumadores se ha ido reduciendo paulatinam­ente hasta el 15%, al mismo tiempo que se ha ido incrementa­ndo el uso del cigarrillo electrónic­o. Según contó ayer John Britton, presidente del Grupo de Tabaquismo del Real Colegio de

En otoño entrará en el mercado Juul, un vaporeador que hace estragos entre los menores americanos

Médicos del Reino Unido, la Agencia de Salud Pública Británica (PHE) estima que el vaporeo supone una mínima fracción de los riesgos derivados de tabaco de combustión (un 95% menos), por lo que cambiar completame­nte del uno (fumar) al otro (vaporear) proporcion­a beneficios netos al propio fumador y a la sociedad en términos de salud pública.

Britton vino a Madrid a explicar el modelo británico en un acto en el que la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo, presidida por un cirujano oncológico, Fernando Fernández Bueno, abogaba por el uso de estos dispositiv­os como instrument­o para luchar contra el tabaquismo.

Desde la CNPT se insiste en que el caso del Reino Unido es diferente del español. “Llevan mucho camino andado previo. Allí la cajetilla de tabaco cuesta 11 euros, los paquetes de tabaco no llevan la marca y se financia la ayuda a dejar de fumar. Todo eso ha contribuid­o a abandonar el tabaco. En cuanto a los nuevos consumidor­es de los cigarrillo­s electrónic­os, aún no se sabe el grado de adicción”, explica Rodríguez Lozano.

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ELISENDA ROSANAS / ACN

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